Laura se mantenía a mi lado, bebía también de ese Gigi's de vainilla que por cierto estaba delicioso.

—Dame —al querer quitarle la copa observé que tenía la intención de si darme, pero desde su boca.

Rió tras mi reacción dejando la copa en mis manos.

—Era una broma —aseguró antes de ponerse de pie.

Aún en el shock que tuve de ver su boca muy cerca de la mía terminé el contenido de la copa siento llamada por Valentina.

—¿Nos vamos? —preguntó irritada y yo negué, había seguido el camino de Laura hasta que la vi pedir dos tragos más, siendo detenida por Susei cuando venía de regreso.

—¿Ya te sientes borracha?

—¿De que hablas Vale? —la miré enojada, —Si quieres irte a tu habitación puedes bajar sola.

En ese momento su mirada cambió y levantándose de la mesa miró a Laura.

—No la vayas a cagar —susurró cerca de mí oreja antes de darme un zape y caminar en dirección a la salida del salón.

—¿Ahora eres la mejor amiga de Cruella? —pregunte a Laura en cuanto volvió a sentarse a mi lado.

—¿Cruella? —sonrió cerrando sus ojos por medio segundo, poniéndome nerviosa por la forma en que me observaba.

—Suseí —arrojé después de carraspear y mirar a otro sitio.

—¿Es tan mala y usa abrigos de piel de animales? —reí explicándole la razón por la cual la llamaba así, —No es mi mejor amiga.

—Menos mal —intentando parecer tranquila sujeté la copa y tome de ella, —Yo creo que me acabo está y me iré a la habitación.

—¿Me invitas? —lo directa que comenzaba a ser me atraía en exceso, ella sabía descontrolarme.

—No —pronuncié con rapidez notando un gesto de decepción en su rostro.

Tomó un trago de su bebida dándome tiempo a terminar mi frase.

—Vamos a la tuya —mi nueva propuesta iluminó otra vez sus ojos.

—Tu me dices —respondió viviendo a remojar su labio con su lengua.

Dos cócteles más fueron suficientes para que mi piso se moviera, no estaba del todo ebria, pero si podría estarlo si hubiera seguido tomando.

Entre risas y estupideces bajamos al piso en el que se encontraba su habitación.

—¿Quieres que pida algo? —atenta preguntó cerrando la puerta tras nosotras.

—¿Sabes que quiero? —contesté sujetando su mano para atraerla a mí y poder capturar su cintura.

Notando el cambió evidente entre las dos caminamos en esa posición hasta la cama, ella por supuesto estaba de espaldas y yo cuidaba que no se hiciera daño.

La senté sobre el colchón y luego la incité a qué recostara su espalda, me subí en ella unos segundos en los que la risa que teníamos se fue haciendo pesada, la brisa de inocencia con la que comencé esa acción estaba desapareciendo dejando con ello una bola de nieve lista para provocar una avalancha en el ambiente.

Su respiración comencé a oírla tropezada, suponía que la mía estaba igual.

Sin poder evitarlo la miré a los ojos, estaba tan quieta dejando que lo que sucediera fuera solo mi responsabilidad. Evalúe su rostro y luego su boca volviendo a su mirada.

Neptuno 26 | CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora