—Hay estrellas brillando en tu vestido —dice.

Envuelve mi cintura, su agarre férreo me ancla a su cuerpo, no me da la oportunidad de escapar, y no es como si quisiera hacerlo en este momento.

Esta mañana desperté a su lado, la calidez de su desnudez abrigándome. Esbozó una sonrisa soñolienta cuando me descubrió estudiándolo, no supo que lo miré durante un buen rato. Empieza a sentirse familiar, demasiado bien. Y yo empiezo a preguntarme si he estado equivocada queriendo huir de todas partes, pensando que fallaré y me abandonarán. Quizá cuando a las personas les importas, los errores no los alejan, no tan fácil.

—Te ves hermosa esta noche, Giselle —susurra.

Esta vez no escondo el sonrojo, solo sonrío.

—Gracias, tú también te ves bien.

Veo la alegría en sus ojos claros, un brillo especial que ha estado desde que empezó este fin de semana.

Me conduce hacia la cocina para salir por la puerta trasera que da directo al jardín. Lo descubrí esta mañana, pues tomamos el desayuno con el señor Willburn aquí afuera. Tenemos que caminar por el césped, él me ayuda porque es difícil seguirle el ritmo con mis tacones.

—Estoy nerviosa —susurro.

Se detiene y su cabeza gira para mirarme, tiene el ceño fruncido. Yo también me quedo quieta.

—¿Por qué?

—No lo sé... —Suelto una risita que suena incómoda. Una de sus cejas se eleva y espera, no vuelve a preguntar, pero sé que quiere que siga hablando. Me aclaro la garganta—. Nunca he hecho esto, siempre voy sola a los eventos y no sé... No sé qué debo hacer. Y hay tantas personas, tu padre es un empresario importante, él se ha portado increíble conmigo, pero ¿y sus amigos? ¿Qué tal que no les agrado y te avergüenzo?

Ni siquiera sé de dónde vienen estos sentimientos, estos temores.

La seriedad de Row me hace tragar saliva, da un paso hacia mí para cerrar los espacios, tengo que alzar la cabeza para mirarlo, a pesar de que traigo tacones. Sus manos se deslizan por mis caderas, me acerca a él y hunde la cara en mi cuello, puedo sentir su aliento muy cerca de mi oído.

—Yo tampoco sé qué hacer e, igual que tú, siento que estoy fuera de lugar, estoy acostumbrado a comer comida rápida con mis amigos, los cuales eructan y sueltan mierda, no con un montón de gente refinada que ama el caviar. —Él sonríe—. Eres mi realidad, mi aire fresco.

Me relajo un poco, apoyo las manos en su pecho y juego con las solapas de su saco. Me niego a soltarlo, así que alargaré este momento todo lo que pueda.

—Además... —continúa—. Ni loco voy a soltarte esta noche, no me voy a separar de ti, no cuando luces como un rubí y llevas dos esmeraldas en tus ojos, hay tantos ladrones sueltos por ahí.

Voy a sonreír, sin embargo, los labios de Row buscan los míos, se queda quieto, esperando que lo acepte o lo rechace. Lo beso y esta vez es duro, demandante y lleno de promesas, también hay cierta delicadeza. Su lengua me acaricia, me roba escalofríos, un suspiro.

—Esta noche te voy a llevar a la cama y te quitaré ese vestido que te hace lucir como un ángel para ir los dos juntos a quemarnos en el infierno.

Sus palabras me roban una risotada.

—Estás loco.

La sonrisa lobuna que me responde y el brillo malicioso en sus pupilas es todo lo que necesito para saber que no está bromeando.

Nos miramos un par de minutos más, luego seguimos caminando hacia la fiesta. Desde aquí puedo ver el ajetreo. Hay una alfombra y una columna con algunos logotipos, la gente se detiene ahí un segundo para que los fotógrafos los retraten.

Maldición Willburn © ✔️ (M #1)Where stories live. Discover now