Capítulo 6

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El fin de semana se fue tan rápido como había llegado.

Lea volvió a su casa ya que sus padres habían vuelto, y yo me había pasado el fin de semana hablando con Alex. Era guapo, puede que me gustara. No lo sabía.

Recordé que ese lunes después de clases tenía castigo con el profesor Harris. Maldita sea, se me había olvidado. Me encontré con Lea en la entrada del instituto.

Alex me guiñó el ojo desde lejos y yo le sonreí.

-Es obvio que le gustas -Cantó Lea y yo negué con la cabeza-.

En ese momento vi un coche aparcando en la entrada del instituto. El profesor Harris bajó vestido con una camisa y unos pantalones de traje, además de unas gafas de sol. Todas las chicas suspiraban mientras lo veían caminar hacia la entrada del instituto, aunque él entró ignorándolas. Lea vio lo que había estado mirando.

-Pero tú estás por otro ¿No? -Dejé de mirarlo y miré a mi amiga con el ceño fruncido-.

-¿De qué hablas?

Rió.

-Tú lo sabes bien.

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Cuando acabaron las clases ya estaba agotada, y todavía me quedaba la hora de castigo con Harris.

Uf.

Me dirigía hacia el aula de castigo, y cuando llegué a la puerta vi a Alex apoyado en ella sonriéndome. Esa sonrisa mataba a cualquiera.

-¿Qué haces aquí? -Reí y él se acercó a mí-.

-Quería despedirme -Respondió el rubio-.

Se acercó a mí tanto que me puse nerviosa. Me cogió de la cintura.

-¿Ah sí? -Susurré casi sin aire-.

Se fue acercando a mí y nuestras narices se rozaban. Olía a menta.
Puse las manos alrededor de su cuello. Él me iba a besar, y yo no me iba a oponer.

Entreabrí los labios esperando ese beso...

Cuando se abrió la puerta del aula de castigo de golpe, haciendo que nos separáramos rápidamente sonrojados.

¡Cómo no! El profesor Harris se encontraba mirándonos con una expresión indescifrable. Seguro que lo había hecho para joderme.

Le di un beso en la mejilla a Alex antes de que se marchara y entré en la clase fastidiada y furiosa.

El profesor se sentó en su escritorio y me escrutó con la mirada.

-¿Haciendo cosas indebidas, señorita West? -Su profunda voz me sobresaltó ligeramente-.

Entrecerré los ojos molesta.

-Eso no es asunto suyo.

-Lo es cuando se hace dentro de la institución -Me mató con esa mirada marrón-. Fuera puede hacer lo que le dé la gana.

-Tendré en cuenta su consejo -Le dije sarcástica y él frunció el ceño-. ¿Va a seguir regañándome o me dirá ya lo que tengo que hacer?

Se cruzó de brazos haciendo que me desconcentrara un segundo.

-Usted lo que hará será subir y bajar cajas para el club de arte.

¿Subir y bajar cajas? No podía ser tan sencillo. Me levanté dispuesta.

-¿Y bien?

El profesor me señaló divertido una esquina del aula. Oh dios mío.

No eran cuatro cajas no, habían docenas apelotonadas, y no parecía que pesaran poco precisamente. Escuché una risita por parte del profesor.

-¿No pretenderá que lleve yo todo eso, no?

Amplió su sonrisa.

-Claro que sí.

Abrí la boca en forma de O indignada.

-¿¡Pero acaso no ve que no puedo!? -Protesté cabreada-.

-Pues se fastidia, señorita. Por haberme insultado.

Él parecía demasiado divertido a costa de mi situación. Si no hubiera sido mi profesor, ya le habría cruzado la cara. Fastidiada empecé con el tremendo castigo.

Al final del día no acabé agotada, sino reventada.

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Hayden se recostó sobre su sofá después de un día agotador. Lo que tenía que hacer para complacer a sus superiores...

Bebió un trago de cerveza mientras intentaba olvidarse de todo, aunque no resultó demasiado. Observó el informe que tenía delante de él:

-Nombre completo: Isabelle Marie West.
-Edad: 16 años.
-Padres: Marie y Robert West.
-Situación: Vigilada.

Trabajo y más trabajo. Se acabó la cerveza de un trago. El trabajo no salía de su cabeza pero...

Cierta castaña que lo sacaba de quicio tampoco.

Tan Sólo una Mirada ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora