Un día en matemáticas

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La ansiedad y el pánico sirven de pantalla protectora contra el agudo dolor de enfrentarse a la pérdida, la mortalidad o las amenazas de la autoestima.

Yo pensaba - eso no fue nada, sólo fue estrés - sin embargo, me equivocaba. 

El viernes siguiente yo tendría uno de las peores y más impactantes revelaciones de mi vida: no fue cosa de una vez, yo tenía un problema. 

Estaba sentada como solía hacerlo en clase de matemáticas. Relajada por ser mi clase favorita hasta que me estresé porque quería que acabara y me puse a checar el reloj de forma excesiva.

Comencé a mover mi pierna, no lo podía controlar, se movía sola.

Se me aceleraba el corazón, sólo quería que acabara la clase.

¡Mierda! Aún faltaba una hora para poder salir, y después, debía formarme para un trámite. 

Por fortuna mía, el profesor nos dejó salir 5 minutos después de que chequé el reloj por última vez. 11:10, qué fortuna. Nos sacó 1 hr antes. 

Aún no estaba calmada, quería salir, correr, irme de allí. Así que caminé y caminé hasta que tuve que formarme. Sin embargo, ya estaba mucho más calmada.


Diario de una persona con trastornosWhere stories live. Discover now