– No te quejes, es por tu bien – me dijo Mina riendo – si haces todos tus deberes, prometo darte un premio – dijo y mi corazón saltó.

– ¿Qué regalo? Acepto un besito aquí – apunté mi mejilla y ella se sonrojó.

– Bien, te daré un besito, pero primero haz tus deberes – dijo y yo negué.

– Quiero el besito primero, Minari – hice uno de mis mejores pucheros y ella rodó los ojos acercándose a mí.

Lo próximo que sentí fueron sus labios presionándose contra mi mejilla y sentí que iba a fallecer.

– Ahora podré hacer mis deberes con entusiasmo – sonreí y ella golpeó mi hombro suavemente.

– Tonta – murmuró con esa sonrisa gomosa que tanto adoraba."

Mina cambió mucho desde quinto grado en adelante, pero lo que no han cambiado, son esas sensaciones que me hacía sentir.

Maldita pingüina desubicada.

Nos alejamos mucho durante todos estos años, antes éramos inseparables, éramos como mejores amigas pero de un momento a otro todo cambió, seguimos siendo cercana, de eso no hay duda, pero no podemos estar más de 10 minutos sin discutir por alguna pequeñez. Aunque lo odie, debo admitir que extraño a mi pequeña Minari.

Pero bueno, hoy era de esos días en los que sólo quería descansar durante una semana entera, pero realmente quería irme a otro lado. Quiero verla.

– Te buscan, Chae – me dijo mi madre desde la puerta – es la pequeña Mina, está en la sala – informó y yo comencé a ponerme nerviosa.

¿Ella está aquí? Maldita sea.

– Ya bajo – respondí y rápidamente me levanté de mi cama para cambiarme.

No quiero que Mina me vea hecha un desastre. Me puse simplemente una remera gris y unos jeans gastados sueltos, y mis converse amarillas. Algo casual pero cómodo.

Bajé con cuidado a la sala y la vi, estaba sentada en el sofá con un baso de agua en la mano

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Bajé con cuidado a la sala y la vi, estaba sentada en el sofá con un baso de agua en la mano.

Tan fitness.

– Hola – saludé sentándome a su lado – qué sorpresa verte aquí, pensé que eras una persona hogareña – molesté y ella me mostró una pequeña sonrisa.

– Sinceramente quería verte – murmuró sin mirarme – pensé que estarías durmiendo – me dijo clavando sus ojos en los míos.

Mi Dulce Albañil Piropero |Michaeng|Where stories live. Discover now