Al escucharlo fue Yuu quien sintió enfermar, seguramente su presión había bajado de la impresión, su boca estaba seca y no hallaba siquiera como defenderse.

—Estos documentos son falsos —pudo pronunciar al fin mirando a todos con aire de suplica—. ¿Por qué robaría de mi propia empresa? Me costó mucho trabajo tenerla como para hacer esa estupidez, es obvio que alguien está tratando de incriminarme —volteó a ver a su abogado quien revisaba cada uno de los papeles, en busca de ayuda.

Akira por fin suspiró—. Yuu, no puedo creerlo —negó con la cabeza—.¿Por qué no me dijiste nada? Esto, soy tu mejor amigo. ¿Cómo es posible que no me diera cuenta de lo que estaba pasando? —preguntó decepcionado.

Yuu abrió muchísimo los ojos, no podía creer lo que escuchaba, su propio mejor amigo no creía en sus palabras—. Sabes que no es cierto —dijo olvidándose de toda la mesa directiva. Si su propia mano derecha no creía en él. ¿Entonces quién?

—Señores —habló el rubio por fin ignorando a Yuu por completo—. Entiendo su enojo, pero debo decir que yo no tengo nada que ver con esto, en ningún documento aparece mi nombre, no estaba al tanto de las transacciones de Shiroyama —dijo sin ver a su pelinegro amigo.

—¡NO ME PUEDEN HACER ESTO! —gritó Yuu al fin, podría ser una persona muy inteligente, pero después de todo era sólo un joven—. ¡YO FUNDÉ ESTA COMPAÑÍA! —dio un golpe contra la mesa levantándose bruscamente.

Akira se levantó y lo tomó del brazo—. Cálmate, sabes bien que no hubieras podido fundarla sin la inversión de muchos aquí presentes y desde el principio sólo se trató de dinero —varios asintieron de acuerdo con él.

El pelinegro miró al abogado con ganas de matarlo, se miraron varios minutos, hasta que por fin el hombre que había solicitado su renuncia habló.

—No hagas esto mas difícil Yuu, la mesa directiva ha tomado una decisión, por favor haz lo mejor para ti; no nos hagas involucrar a la policía —dijo calmadamente.

Yuu se giró bruscamente hacia él—. ¿La policía? —de nuevo esas ganas de vomitar se arremolinaron en su estómago.

—Sabes muy bien que cometiste un fraude —dijo la mujer—. Deberías agradecer que te estamos dando la oportunidad de que renuncies sin necesidad de que termines en la cárcel —explicó.

El pelinegro entrecerró los ojos—. ¿Por qué? Después de todo dicen que robé su dinero —no se había sentado.

—Creemos en las segundas oportunidades —habló el anciano—. Sabemos que es tu ambición la que hizo las cosas por ti y al final, nada se perdió. Tu cuenta de banco se congeló y pronto el dinero irá a parar de nuevo a la compañía —explicó.

Yuu se sentó bruscamente—. Me dejarán sin nada —pronunció sin poder creerlo. En menos de una hora había perdido todo y sabía que lo mejor era no pelear, llevaba todas las de perder—. Yo les di todo lo que tienen, gracias a mi tienen tanto dinero, viven en sus enormes casas y conducen esos carros tan caros. Gracias a mí viven una vida de lujos y así es como me pagan. ¡TRAICIONANDOME! —volvió a alterarse pegando en la mesa.

—¡TU NOS TRAICIONASTE! —fue Akira quien gritó para callarlo—. Acéptalo Yuu, sólo estás cosechando lo que sembraste, todas esas compras innecesarias de pequeñas industrias sólo para poder desviar los fondos. No eres tonto, pero tarde o temprano se sabría y ahora que lo pienso tiene sentido. Todos esos contratos con cláusulas especificas, eran solo para encubrirte —lo miró con odio.

El anciano suspiró—. Si tu propio abogado te está delatando es por algo Yuu. Acepta el trato, no te quedarás sin nada, te daremos el dinero de tu indemnización y podrás buscar trabajo sin la necesidad de pisar la cárcel —dijo consoladoramente.

DeliriumWhere stories live. Discover now