Prólogo

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Era una fría tarde de Diciembre. Yo estaba sentada junto a la ventana del salón, observando el espeso manto blanco que cubría los edificios a mi alrededor. Mi imagen se reflejaba en el cristal de la ventana. Era una niña de unos catorce años, alta, delgada y bastante pálida. A veces, la gente me decía que parecía un vampiro, a lo que yo respondía :" Los vampiros no existen". Lo que no sabía yo es que pronto mi opinión respecto a ese tema iba a cambiar. Pero bueno, volvamos a mí. Mi pelo era castaño y corto (me llegaba más o menos por el hombro), y mis ojos eran de un color azul grisáceo. Llevaba puestos un camisón blanco y las zapatillas de andar por casa. Miré el reloj que colgaba de la pared verde del salón. Las nueve y cinco. Fui corriendo hasta nuestra cocina. Al entrar, se podía ver que era bastante pequeña. Sus paredes estaban recubiertas de baldosas blancas y rojas, al igual que el suelo. En el centro había una mesa de madera marrón con cuatro sillas y en la parte derecha estaba la encimera (que incluye el fregadero, el horno y los fuegos). En la parte superior derecha había algunas estanterías en las que se podían ver algunos alimentos y utensilios de cocina. A la izquierda se podían ver la despensa y el frigorífico. Miré hacia la encimera. A su lado se podía ver a mi padre, que estaba pelando patatas. Era alto y un poco gordo. No tenía pelo y su brillante calva siempre iba cubierta por una gorra. Sus ojos eran marrones. Tenía unos cuarenta años. Iba vestido con una camiseta con rayas azules y negras y un pantalón corto gris. Encima de todo ello llevaba puesto un delantal. Me miró y sonrió. Luego dijo:

    - Emma, ¿qué haces aquí? la cena no está lista todavía.

    - Ya lo sé - contesté -. Solo había venido para ver que hacías.

    - Hija, ¿hay algo de lo que quieras hablar?

    - Pues la verdad es que sí. Todo es tan raro desde que murió mamá... La hecho mucho de menos...

     No pude decir más cosas, pues rompí a llorar. Mi padre dejó de pelar patatas y me abrazó fuertemente. Estuvimos así unos minutos, y finalmente nos separamos. Y bueno, supongo que os preguntaréis que le pasó a mi madre. Para contaros su historia, tendremos que retroceder unos cuantos años atrás. Era una soleada tarde de junio y mi madre se encontraba paseando por la playa. Yo tenía diez años y estaba bañándome en el mar, cuando de repente una gigantesca aleta gris pasó junto a mí.

    - ¡Un tiburón! - grité.

    Mi madre, asustada, gritó y acudió en mi ayuda. Llegó hasta donde yo estaba y me cogió. Juntas intentamos salir del agua, pero el tiburón fue más rápido y mordió a mi madre en la pierna, arrancándola un gigantesco trozo de carne. Mi madre, desangrándose, consiguió llegar a la orilla, y tras eso se desmayó en la fría arena. La gente que estaba en la playa llamó a urgencias y a los socorristas que estaban vigilandola, y en seguida llegó una ambulancia. Los médicos hicieron todo lo posible por reanimarla, pero no pudieron hacer nada para salvarla. Estaba muerta. La taparon con una manta, la subieron a una camilla y se la llevaron. Mientras todo eso ocurría, yo estaba en estado de shock, llorando y no pudiendo ponerme en pie. Me encontraba fatal, era como si todo mi cuerpo fuese incapaz de reaccionar y tenía ganas de vomitar. Cuando los médicos acabaron con mi madre, me ayudaron a ponerme en pie, me examinaron y me llevaron al hospital para que me vieran un médico en condiciones y un psicólogo. Tras verme y comprobar que todo estaba correcto, mi padre, que me estaba esperando en la sala de espera, me abrazó y me consoló. Y bueno, esa fue la manera en la que la vida de mi madre llegó a su fin.

    Volviendo al presente, me deshice del abrazo de mi padre y me fui a mi cuarto. Me tumbé en mi cama y me quedé mirando al techo, pensativa. Al cabo de un buen rato, me tranquilicé y volví al salón, llevándome conmigo uno de los libros colocados en mi estantería. Esta vez me senté en un cómodo sillón situado al lado de la calefacción. Estuve leyendo una media hora y luego me fui a cenar, aunque la verdad es que no me apetecía mucho. Esa noche cené un huevo con patatas. Una vez terminada la cena, me lavé los dientes y me fui a la cama. Mi padre me dio las buenas noches y me fui a dormir, sin saber lo que me esperaba al día siguiente...

Espero que os esté gustando el libro :)

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Las cuatro estrellas (CANCELADA)Where stories live. Discover now