El rubio se sentó en el sillón de una forma mas apropiada—. Tendremos visitas —anunció mirando hacia la mesa del centro.

Yuu esperó a que el abogado continuara antes de decir algo.

—Matsumoto y su abogado vendrán en la tarde para revisar algunas cosas de la compra —continuó explicando.

Al escuchar la mención, Yuu sonrió ampliamente, ahí estaba la oportunidad perfecta para hablar con el editor y sacar información de Kouyou. La ansiedad que se rehusaba a aceptar se hizo presente de nueva cuenta, su cabeza iba a mil por hora pensando cómo podría acercarse al editor si ser obvio en su interés.

—Supongo que tienes todo bajo control —dijo Yuu restándole importancia. Nunca formaba parte de esos encuentros cuando se trataba de compañías pequeñas, si insistía en estar presente podría levantar sospechas.

Akira chasqueó la lengua y asintió—. Es mi trabajo, ya sabes, revisar todos tus asuntos legales —se levantó sacando su celular para revisar su agenda—. Te aviso porque cancelé la junta de las cinco y la pasé para mañana, quiero estar presente antes de que cometas otra de tus locuras —lo señaló.

Yuu rió sonoramente—. Ahora no sólo pareces mi abogado, ya eres mi asistente y mi esposa —se cruzó de brazos.

El rubio se encaminó a la salida sin dejar de ver el celular—. Tienes la tarde libre, Shiroyama —rió—. Pasaré por aquí cuando Matsumoto llegué para que lo saludes y luego te puedes ir. Mira, ahora soy tu jefe —dijo irónicamente y salió de la oficina silbando una canción que el pelinegro no alcanzó a reconocer.

La tarde libre. Sin duda sonaba muy tentador, excepto por un pequeño hecho: ¿Qué carajos se suponía que haría en una tarde así? No estaba acostumbrado a tener tardes libres, al contrario, gracias a su demandante trabajo, casi siempre volvía a su departamento a altas horas de la noche. Y si salía antes, era cuando ya había anochecido, cuando aprovechaba para pagar por sus necesidades. La tarde libre, sin embargo, era otra cosa; no se sentía tan desesperado o necesitado para pagar por sexo a mitad de la tarde. Bueno se sentía necesitado y desesperado, pero por una sola persona. Y sabía perfectamente que nadie podría tomar ese lugar, no después del fracaso de la noche anterior.

Frunció el ceño buscando entre sus cosas, algo en qué ocuparse aquella tarde libre; tal vez trabajo pendiente. Siempre había trabajo pendiente. Ese día, las probabilidades estaban en su contra, todos los pendientes habían sido resueltos y los que no, eran los que se debían tratar en la junta que había sido pospuesta.

Se dedicó a hacer el trabajo que tenía antes de que Akira lo interrumpiera, sin embargo lo terminó mas rápido de lo que creyó posible. No había nada que hacer, incluso debía esperar ahí como tonto hasta que Akira se decidiera a aparecer con el editor. Leer, dormir, salir a comer, coger, fumar, tomar un curso de idiomas; repasaba las opciones que tenía para hacer esa tarde y ninguna lo convencía.

Se revolvió en su asiento impaciente. ¿Quién lo pensaría? Yuu Shiroyama sin nada que hacer, tal vez podría dar una vuelta por el edificio y ver como estaban sus empleados, una buena relación con ellos era la clave de la eficiencia y aquella mañana se había dedicado a asustarlos hasta la médula, tal vez podría enmendar un poco el daño causado. Decidido se levantó de su asiento y en ese momento como si de magia se tratara, la puerta se abrió dejando pasar a Akira Suzuki.

—¿Ya te vas? —Provocó sonriendo—. ¿Tan impaciente estas?

—Estoy aburrido, hasta almorcé a mis horas —admitió chasqueando la lengua y metiendo las manos al pantalón del traje.

Akira se regresó a la puerta haciendo señas para que sus acompañantes entraran a la oficina. Tres personas atravesaron el umbral, una de ellas Matsumoto, la otra quien debía ser el abogado y la tercera para su sorpresa, Kouyou. Tuvo que resistirse para no lamerse los labios al verlo, el castaño vestía pantalones de mezclilla ajustados, y una playera roja un poco pegada. Su ahora usual maquillaje en los ojos y su cabello perfectamente peinado. De inmediato su vista se dirigió a esas piernas, recriminándose no poder evitarlo.

DeliriumWhere stories live. Discover now