Capitulo cuatro.

131 77 8
                                    

No soy raro, tú eres común.


Estando dentro de mi auto y con una misión bastante clara, decido seguir las órdenes de mi padre e ir directo a casa. Pero una nueva cafetería que acaban de inaugurar cerca de la universidad, fue mi tentación para llegar un poco más tarde; estaciono justo al frente del lugar y me bajo mientras veo como varias personas entran a esta, cruzo la puerta del pintoresco lugar y de inmediato me llega el dulce olor al café. Yo en lo personal era un fanático a este exquisito líquido oscuro.

El lugar era algo vintage, pero en vez de tener colores claros todos los colores que se encontraban aquí, eran llamativos y llenos de vida. Además del café, el lugar tenía una sección donde podías sentarte y leer un libro de los que se encontraban en una pequeña biblioteca, el lugar era bastante acogedor. El sitio perfecto para perderte por un par de horas.

Llego a donde se piden los postres y las bebidas, y una chica algo risueña me atienda y me pregunta que deseo tomar, le pido un café moca y en menos de cinco minutos ya lo tiene listo; teniendo mi café en mano, me siento en una de las mesas del lugar y me tomo mi tiempo para saborear el líquido y para que mentir, aun no quería llegar a mi casa.

Pasan los minutos y ya había terminado por completa la taza, salgo del lugar y me dirijo hacia mi amado auto. Estando rumbo a casa, mi celular empieza a sonar indicándome que tengo una llamada entrante, como puedo saco mi celular de mi bolsillo sin dejar de ver la carretera y veo que el que me está llamando, no es nada más ni menos, que el perro fiel de mi padre: Mi hermano mayor.

Conecto el Bluetooth del teléfono al auto y contesto la llamada.

— ¿Qué desea mi hermano favorito? —pregunto con diversión y remarco lo último: favorito.

—Déjate de tonterías y ven aquí ahora, Uriel—Lo escucho del otro lado de la línea, molesto y no me sorprende que haya sido por eso su llamada, mis hermanos y yo aunque vivamos en la misma casa no teníamos muy buena relación.

—Estoy llegando... y sabes una cosa hermano, dile a nuestro padre que te afloje un poco la correa, hoy estas algo rabioso—y con eso sin esperar su respuesta, cuelgo.

Solo cinco minutos más y ya me encontraba entrando a mi humilde casa, alguien se creyó eso, porque ni yo mismo me lo creí. El lugar para ser sincero era una fortaleza, todo era tecnología y cosas modernas por todos lados, tenía aproximadamente dos pisos aunque mi padre quería mandar a construir un tercero; con un patio increíblemente extenso con lago incluido y una piscina olímpica.

Llego a la sala y veo que están todos reunidos, y cuando hablo de todos me refiero a todos: Mi padre, mi madre, mi hermano mayor, Dorian, mi hermano menor, Nolan y mi hermana menor, Dione; Cecilia la asistente de mi padre y Richard el asistente de mi madre, los agentes de mis padres y su publicista, además de que se encontraban en la sala Amanda y Robert. Esto es a lo que me refiero de todos, siempre es así cuando se va hablar de algo importante o se va a dar un anuncio.

Estas reuniones a veces sacan lo peor de mí, de cierta manera.

—Ya que estamos todos, empezare esta reunión con algo que nos alegra mucho a todos nosotros—escucho decir a mi madre mientras me siento en unos de los sofás individuales que se encuentran en la sala, mientras los demás están sentados en una mesa, la cual siempre usan para esta clase de situaciones y en la cual, nunca me siento. —La carrera petrolera y política de su padre podría empezar a despegar, ya que las personas han empezado hacer ruido de que les gustaría que su padre sea el nuevo ministro y todos aquí saben que su padre está por cerrar un trato con una industria petrolera—dice mi madre con mucho orgullo y yo solo puedo pensar en lo aburrido que es esto—por eso mismo, les voy a pedir hijos que no se involucren en cosas que puedan manchar esta oportunidad para su padre, sé que ya lo saben, pero no queda mal recordarles—mis hermanos asiente y mi madre posa su mirada en mí y continua hablando.—En especial a ti Uriel, no quiero que a mis oídos llegue una noticia como la de hace un mes—solo asiento ante eso y no puedo evitar sonreír al recordar lo que paso hace cuatro semanas.

Dériver | En PausaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora