—Carajo —dijo el chico que le había caído encima, sosteniendo sus lentes de armazón. Trató de levantarse pero Yuu lo sostuvo fuerte evitándolo—. Deja que me vaya, si no...—trató de explicar.

Yuu lo retuvo nada mas con el afán de molestar, nadie le caía encima, nadie. Tuvo el suficiente tiempo para analizar al chico que se encontraba a escasos centímetros de su cara. Su primer pensamiento fue que en realidad, el chico era bastante apuesto, con su cabello oscuro y cara redonda, tenía una bonita forma en los labios que combinaba perfecto con la forma de sus pómulos, parecía tener los ojos de color miel, con largas pestañas ocultas detrás de los lentes. Por su complexión, el chico podría haber parecido una chica de reojo, pero la dureza de sus facciones denotaba lo contrario.

No le molestaba pensar que el chico era realmente apuesto, en varias ocasiones se había planteado estar con alguien de su mismo sexo, tal vez así encontraría otro nivel de excitación, aunque nunca había encontrado a alguien que lo animara, como parecía que este chico encima, podría animarlo.

—¡Takashima! —gritó una voz tan conocida para Yuu, era el director de la escuela. Interrumpiendo sus pensamientos sexuales.

—Genial, mira lo que lograste, ahora me van a cagar por tu culpa —dijo el chico altaneramente.

Los dos se levantaron y Yuu pudo apreciar mas al chico, era varios centímetros mas bajo que él, dado que vestía el uniforme era imposible para Yuu saber si el chico a su lado poseía un cuerpo atlético o escuálido, anotó en su mente que era buen momento para empezar a ampliar sus horizontes y comprobar los resultados. Aunque el chico era lindo, no necesariamente debía ser el objeto de estudio, después de todo le había caído encima y ahora se dedicaba a ofenderlo, haciendo que el pelinegro se sintiera más fastidiado que molesto.

El director se acercó a los dos con paso veloz.

—Shiroyama, ¿qué haces fuera de clases? Tu también, a mi oficina —señaló el camino—. Los dos, ahora —advirtió.

Yuu no dijo nada, se limitó a rodar los ojos y a caminar al lugar que conocía más que sus propios salones de clase, se sentó en una de las tres sillas de la minúscula sala de espera de la oficina, cruzó los brazos y cerró los ojos esperando descansar por lo menos cinco minutos. El otro chico se sentó a su lado haciendo quejidos sonoros de berrinche.

—Te dije que me dejaras levantarme —se quejó.

Yuu abrió los ojos de golpe y lo miró con molestia—. Yo hago lo que se pega la gana, no lo que tu tengas que decir —notó el increíble sonrojo de su acompañante. Hecho que le causó fascinación.

Dicho esto, la secretaria del director los hizo pasar a la oficina, ambos se sentaron frente al escritorio del rector, un hombre de avanzada edad, casi calvo y ojos cansados. Yuu se recargó cómodamente en la silla, mientras el chico casi se recostó desviando la mirada.

—Takashima...

—Yo no fui —se apresuró a decir el chico—. Yo no sé porque todo lo que pasa en esta escuela es mi culpa —se quejó aún sin mirar a nadie.

La afirmación sorprendió a Yuu, pensaba que él era el chico problema de la escuela, no el mocoso sentado a su lado.

El director suspiró con paciencia—. ¿De verdad vas a negar que causaste el apagón de todo el edificio D? Tenemos testigos que te vieron salir corriendo del cuarto de control —dijo tranquilamente.

Yuu no pudo evitar soltar una carcajada, el director lo miró severamente.

—Mienten, todos mienten —se defendió el otro rápidamente.

DeliriumWhere stories live. Discover now