Esqueleto de Hormigon

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En las afueras de la ciudad Drantalia

Aidan se dirigió al lugar indicado, un edificio a medio construir en un descampado, hacia tiempo que las obras de esta zona estaban paralizadas.

Se veían los pilares para otras edificaciones alrededor, además de las enormes maquinas y materiales dejados a su suerte en este lugar.

El edificio en cuestión tenía toda la estructura levantada, 37 pisos, 161 metros de hormigón y acero sin fachada, un montacargas en el interior permitía acceder a lo alto del edificio.

La zona dispuesta para ser los garajes era la única que tenía paredes, en su interior se encontraban las dos chicas, encerradas en una jaula que dos hombres trajeados custodiaban. Cuando estos vieron entrar a Aidan perdieron el color de sus caras, se pusieron firmes y aparcaron su charla despreocupada.

─ Señor Aidan ─ Dijo uno de ellos con recelo

─ ¿Quiénes son esas?

─ Don Blauwel nos ordenó capturarlas y traerlas aquí

Aidan bufó con desdén "El cebo", clavó sus ojos en las dos chicas, ellas estaban acurrucadas en una esquina abrazándose la una a la otra, atemorizadas.

Irene se puso delante de Radka y observó detenidamente al hombre pelirrojo que acababa de entrar, un hombre alto de unos treinta años con gabardina y ojos ámbar, a pesar del miedo siguió estudiando la situación al detalle sin apartar la mirada.

─ Podéis iros

Los dos hombres se miraron confusos.

─ No podemos, Blauwel nos ordenó...

Aidan les clavó una mirada amenazante y ambos titubearon, sus ojos ámbar brillaban en la oscuridad del garaje.

─ He dicho que os marchéis, yo me encargo

─...Esta bien ─ Ambos desconfiaban de Aidan pero no podían imponerse, agacharon la cabeza y se retiraron ─ Como ordene señor Aidan

Iban a ir directos a contarle a Nil lo que había pasado pero ya le daba igual, cuando Aidan notó que ambos hombres se habían ido, se dirigió a las chicas.

─ Vosotras dos

Las dos chicas se tensaron, Radka comenzó a temblar e Irene no le quitó los ojos de encima a Aidan.

─ ¿Qué...qué vais a hacernos?

Aidan se acercó a la jaula sin decir nada y sin hacer la más mínima mueca, abrió la puerta rompiendo el cierre.

─ Marchaos ahora

Irene y Radka le miraron con los ojos como platos.

─ ¿En serio?

Aidan no se mostró hostil ni agresivo, simplemente las observó en silencio, ellas salieron a gatas temiendo que ese hombre cambiase de idea.

Cuando iban a echar a correr, Aidan dijo una cosa más:

─ Decidle a vuestra amiga que si no viene, iré a buscarla.

Irene se paró en seco en ese momento, miró a Aidan nuevamente a los ojos y este le devolvió la mirada. Él no estaba de acuerdo con tomar rehenes, ellas no eran su objetivo pero su interés por Tania era muy grande, si al dejar escapar a sus amigas ella no aparecía, no dudaría en ir de caza.

Irene temía que el precio por ser liberadas sería Tania.

─ ¿Qué quieres de ella?

─ Eso es asunto mío.

Alma DragonWhere stories live. Discover now