Dos. Cuatro. Seis. Ocho. Nueve...
La Bestia frunció el ceño, molesto, muy molesto.

–Beatrice.–Aquel tono de voz con la que llamo a la mencionada, era tan grave que más bien parecía un gutural.– Estoy seguro que mencionaste que habrían siete curanderos. Entonces, ¿Por qué demonios hay seis?

La joven muchacha, inevitablemente comenzó a temblar y su voz sonaba entrecortada.

–Mi, mi señor, yo no se co-como sucedió esto.–Se excusaba la joven de rostro pecoso mientras evitaba la mirada del pelinegro.

El pelinegro de ojos brillantes poso una de sus manos sobre su cien, acariciando está de manera suave, para luego chasquear la lengua, irritado y molesto.

–Quiero el nombre de la persona que falta.–Una vez más hablo el pelinegro, mirando a Beatrice.

–Su, su nombre, se llama.–La joven hizo una pausa para revisar lo que parecía ser una libreta vieja, buscando el nombre del muchacho.–Gale Frich. 20 años. 1,74 centímetros de altura. Vive en el sector oeste del pueblo.

–Gracias, Beatrice, eres tan amable.–El joven gobernador agradeció, esbozando una sonrisa casi invisible.– Mael, ve con un grupo de soldados a buscar al Joven Frich y cuando lo encuentren, esperen fuera de mi despacho junto a él.

–Si, mi señor.–Hablo fuerte y claro el soldado, para luego retirarse de la sala.

El pelinegro miro nuevamente a los jóvenes presentes, para luego acomodarse en su lugar.

–Por favor, pueden sentarse, la comida estará lista pronto.–La Bestia acomodaba lo que parecía ser una servilleta de género sobre su regazo.

Ante tal mandato, todos los jóvenes procedieron a sentarse al rededor de la Bestia e imitar la acción que había realizado este con la servilleta de género.

–Beatrice.–Llamó el pelinegro a la vez que hacía un corto ademán e inmediatamente la nombrada se acercó a su señor para, tomar la jarra de vino que había sobre la mesa y servir de este en la copa del pelinegro, para luego proceder a servir las demás copas que eran para los jóvenes.

Una vez todas las copas servidas de vino tinto, la Bestia alzo su copa de aquella bebida para acercarla a su boca y saborear el aroma de este, para finalmente dar un sorbo

–Bien, les parece si tenemos una agradable cena y platicamos un poco. Quiero saber...–El pelinegro hizo una pequeña pausa para beber otro poco de vino y continuar hablando, está vez mirando a los tres jóvenes sacerdotes.– Quiero saber, el porqué decidieron ser sacerdotes.

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–Esa mujer está loca, si tan solo vieras como me golpea, no me atrevo a hacerle daño, nada más porque nos conocemos desde que teníamos 6 años. –Se quejaba un joven de cabellos rojizos, mientras caminaba junto a un rubio y un castaño que cargaba varias especies de equipaje del rubio, por uno de los pasillos del palacio del pelirrojo. Habían terminado de cenar no hace mucho y en ese momento Tom, guiaba personalmente a su invitado a su recámara en la que se estaría hospedando por los siguientes 5 días.

–Vamos, no creo que Star sea tan agresiva.–Comento en tono de burla el rubio mientras sonreía.–Ademas si eso sucede, es nada menos que por tu culpa, no te cuesta nada ser un poco más discreto respecto a tu estúpida calentura. Promiscuo.

–¿¡A quien carajos le llamas promiscuo, hijo de perra!? –Alzo la voz está vez el pelirrojo molesto por el comentario del joven rubio, y al mismo tiempo llegaron a la habitación de huéspedes.–Aqui dormirás, pero luego de ese comentario deberías dormir en el establo, en la mierda de los caballos.

Mi Lealtad ||Yaoi Multifandom|| Where stories live. Discover now