Voto de silencio

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-¡Señora Kippling! -madame Rouleau la recibió con los brazos abiertos.

Su fuerte acento francés, que al inicio había hecho tan difícil que los del pueblo la entendieran, ya no respresentaba más un impedimento para la comunicación teniendo la costumbre buena parte en el asunto.

-¡No se imagina! C'est terrible! Ma pauvre fille! ¡Mi dulce fille! ¿Cómo puede haber alguien tan malo?

Jane la abrazó con fuerza sintiéndose incapaz de decir algo acertado.

-Se han llevado todo lo que desayunó ¿Puedes creerlo? Quieren comprobar toute.

-Es comprensible. ¿Cómo está Monsieur Rouleau?

-Devastado -lamentó la mujer -peor que nunca. Adoraba con locura a su hija. Creo que se parecía a su anterior esposa.

-Que fuerte golpe...

-Eso no es lo peor -madame Rouleau se derrumbó en una silla -la verdadera madre de Claire murió también en una circunstancia así -le confesó.

-¡¿Asesinada?! -se sobresaltó Jane.

-No se sabe. En la época no pudieron averiguar nada. Esto se lo digo a usted, solo a vous y a nadie más que a usted, Jane, habrá de guardar silencio. Yo no lo hago porque ahora necesito desahogarme y consolarme -la mujer empezó a ponerse llorosa y a susurrar - Mi marido me ha confiado que su primera esposa tenía exactamente el mismo aspecto que Claire cuando la encontró. Tirada igual en el piso, con la misma expresión, todo, tout! Ah! Mon pauvre mari! Para él ha sido como volver a verla morir. Y yo no se que hacer...

Madame Rouleau rompió en un llanto desconsolado.

-Ma chérie? Ne pleure plus s'il... -Monsieur Rouleau entró en la estancia interrumpiendose al ver a la visita.

-Mis más sinceras condolencias, monsieur -susurró Jane sintiéndose de pronto fuera de lugar.

-Se lo agradesco, señora. Nosotros no estamos, como comprenderá, en un momento apropiado para recibir visitas, pero siempre se agradece la presencia de amigos sincères -el panadero hizo una pausa intentando controlarse.

Su agitación y aflicción resultaron sin embargo, muy evidentes para la esposa del vicario.

-Además, quería pedirle un favor -continuó con una triste sonrisa -¿podría interceder por nosotros ante su esposo? Pensábamos hacerlo nous-mêmes, pero probablemente sea usted más influyente. Pídale ayuda de nuestra parte. Él es tan bueno resolviendo misterios, solucionando problemas, conoce a los habitantes de St Caroline Hill mejor que nadie. Él podría ser de gran ayuda. No nos gusta el escándalo y la policía, pero en el señor Kippling sí confiamos.

-Haré lo que me sea posible -les aseguró Jane con una dulce sonrisa.

-Vous êtes un ange!¡Un ángel! -agradeció madame Rouleau.

Poco después la señora Kippling se dirigía a buen paso a casa. Una y otra vez buscaba darle una explicación a lo ocurrido pero su mente se tropezaba siempre con las mismas dudas. Pensar en que el asesino era alguien de su pueblito le oprimía el pecho. Ya cuando llegó a su casa, se sentía profundamente angustiada.

-¿Berta? ¡Berta!

-Aquí estoy, señora.

Jane le tendió con las manos temblorosas su sombrero y su abrigo.

-¿Dónde está el señor?

-En la biblioteca, señora. Después de la visita de la mañana fue ahí y no ha salido ni para desayunar ni ha dejado entrar a nadie.

Casi sin oír esto último, Jane se había abalanzado hacia la biblioteca ni bien oyó que su esposo estaba ahí. Sin tocar la puerta, se apuró en entrar.

-Les dije que me dejaran tranquilo -la conocida voz le dio una sensación de alivio inigualable.

El señor Kippling estaba sentado en su sillón favorito, cerca a la ventana, pero lo había girado de manera que le daba la espalda a la puerta y le permitía contemplar mejor el jardín.

-¡John! -se lanzó a sus brazos sollozando.

La joven se arrodilló junto a él y escondió su rostro en sus brazos que apoyó en el regazo de su esposo.

-¿Jane? -la miró desconcertado -te hacía donde los Folister ¿Qué ha ocurrido? ¿Por qué estás tan afligida?

Con cariño el vicario le acarició la espalda tratando de calmarla un poco.

-¡Ha sido espantoso! -tomó la mano de su marido para sentirse algo más segura -¡Mataron a Claire Rouleau!

Cuando levantó la mirada para contemplar su reacción, vio como él cerraba los ojos y sacudía la cabeza con tristeza soltando un suspiro pero no le percatar gran asombro.

-Era una niña John... ¿Cómo puede haber alguien tan malvado?

-Tú también eres una niña, querida -la ayudó a pararse para hacerla sentar en su regazo de manera que podía abrazarla con mayor facilidad en un intento de calmarla -lamentablemente hay mucha maldad en este mundo. Quizás más de la que imaginamos. Pero lo importante es recordar que también hay bondad y gente con valores y una gran moral.

-Siempre sabes qué decir ¿No es así? -lo miró fascinada.

-Claro que no -sonrió ligeramente.

-Pues lo pareciera. ¿De verdad crees que soy una niña?

-Te llevo dieciséis años, no deberías sorprenderte tanto -le dio un beso en la frente.

-Pero es diferente tener mi edad y la de Claire -protestó- Muchas cosas pasan en esos cuatro años que nos llevábamos. Pobre muchacha...

El rostro del señor Kippling se ensombreció un poco y sus facciones se endurecieron ligeramente.

-Mosieur Rouleau pedía tu ayuda -se acordó Jane de pronto.

-¿Mi ayuda?

-Tal como lo oyes. Él y su señora están convencidos de que puedes ser de gran utilidad para resolver el caso.

-Deberán disculparme entonces -dijo secamente, frunciendo el ceño.

Con cuidado pero cierta firmeza, apartó a su esposa poniéndose de pie, mirando a la ventana y entrelazando sus manos detrás suyo.

-¿Cómo? -sin moverse de su sitio, Jane lo miró perpleja.

-No ayudaré. Es más, no quiero volver a oír hablar del asunto. Lo único relacionado a Claire Rouleau y su caso en lo que pienso verme involucrado, es en su velorio y sepultura.

-Pe... pero... ¡Pero, John! -balbuceó incrédula.

-No quiero oír más del asunto, Jane. Creo que he sido bastante claro al respecto. No han de contar conmigo. Hago voto de silencio respecto a ese asunto. Tú deberías hacer lo mismo.

-¿Qué te sucede? -lo miró espantada, sin poder reconocerlo.

-Lo siento muchísimo, querida. Es algo que... -dudó en busca de la palabra exacta -me corresponde hacer. Me niego a decir palabra alguna sobre el desdichado asunto.

En la vicaríaTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang