Impresiones acerca de hombres.

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Y pensé. Vive Dios que pensé. Porque en el día siguiente, el viernes de aquella semana, ocurrieron muchas pero que muchas cosas.

Llegué como todos los días a trabajar, con una sonrisa y con buena actitud, dispuesta a darlo todo. Y entonces, vino la coordinadora de educación infantil a las diez de la mañana a verme.

-       Ven conmigo, Leire – dijo muy seria -. He avisado a Flor para que cuide de tu clase durante un rato.

Asentí con gravedad y la seguí. Me llevó a una de esas salitas que hacían las veces de lugares de reunión entre padres y profesores. Se sentó en uno de los sillones marrones y me miró de una manera muy inquietante.

-       ¿He hecho algo malo? – pregunté entonces, algo atemorizada por aquella mujer.

La coordinadora era una señora de unos cincuenta y tantos años, normalmente bastante afable, pero exigente al mismo tiempo. Dirigía a sus profesoras con mano de hierro y guante de seda. Por esta razón me extrañaba tanto su forma de dirigirse a mí, más seca de lo habitual.

-       No, Leire. Al contrario, estoy muy satisfecha con tu trabajo.

Suspiré de alivio.

-       Pero en el colegio estamos teniendo serios problemas – dijo entonces.

-       ¿Qué clase de problemas?

-       Económicos – señaló la coordinadora.

Tragué saliva. Los problemas económicos suelen traer según qué inconvenientes, como por ejemplo las bajadas de sueldo, pensé. Traté de hacerme a la idea de que en cualquier momento me iba a anunciar, con palabras suaves y algodonosas, una reducción de mi salario. Respiré profundamente.

-       No nos queda más remedio que… - hizo una breve pausa antes de dejar caer el hacha sobre mi cabeza – prescindir de tus servicios.

Fruncí el entrecejo confundida. Aquello no era lo que esperaba escuchar.

¿Había escuchado bien?¿Me estaban echando a la calle? No, tenía que haber algún error. Seguramente se estuviera refiriendo a una reducción de jornada con un descenso de mi sueldo. Sería malo, sí, pero soportable. Lo que no era asumible de ninguna manera era el despido. ¿Y mi alquiler?¿Y las facturas?¿Y la comida? ¡Me vería obligada a regresar con mis padres después de dos años de independencia!

Un sudor frío se apoderó de mí.

-       Creo que no sé a lo que se refiere – dije con suma delicadeza.

-       Que ya no trabajas aquí, Leire – aclaró ella con cierta brusquedad.

Después relajó el gesto y añadió: 

-       No te lo tomes a mal, por favor. Se están llevando a cabo recortes de presupuesto y eso también implica a la plantilla. Te hemos elegido a ti porque aún eres joven y no tienes familia que mantener. Tienes mucho recorrido por delante y no te será difícil encontrar otro trabajo.

-       Pero… - intenté interrumpirla para dejar muy claro que aquello era injusto.

-       Déjame terminar – ordenó. Odiaba que la interrumpiesen.

Asentí inmediatamente y guardé silencio.

-       Te hemos preparado una carta de recomendación para otros colegios. Tienes que entender que no podíamos echar a Flor, por ejemplo, acaba de tener un bebé y además es madre de otros dos niños. No sería justo para ella.

Todas mis canciones son para ti (Lyre) Chic editorial//4 ABRIL 2018 EN LIBRERÍASWhere stories live. Discover now