Capítulo 22

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Le aseguro que vendré y salgo para unirme a los chicos. Están jugando fútbol, divididos en dos equipos. Algunos gritan mi nombre y agitan los brazos para llamar mi atención. Me acerco a ellos trotando y me reciben en uno de los equipos, esta vez en el que lidera Henry.

Cuando el partido termina arrastro mis zapatillas y me dejo caer en el césped, bajo la sombra de un árbol. Me cubro los ojos con el brazo y espero a que mi respiración vuelva a la normalidad. Escucho pasos y luego cómo alguien se deja caer a mi lado. Levanto el brazo lo suficiente para ver quién me acompaña, encuentro a Demetria sentada, mirando a los chicos que todavía juegan con la pelota.

Se queda en silencio durante un buen rato, no tiene expresión en el rostro. Cada vez que ella se acerca, sola, con los labios convertidos en una línea apretada, es porque está pensando en algo que le preocupa. Quiero preguntarle, pero sé que ella hablará cuando se sienta lista, no debo presionar.

—¿Cómo es allá afuera?

Escucharla me rompe el corazón.

—Depende de lo que decidas —respondo.

—¿Cómo?

—Si decides ver al mundo como si fuera el problema, no encontrarás nada bueno. Si lo ves como si tuviera problemas, entonces encontrarás soluciones.

—¿Cómo lo ves tú?

—Depende del día.

—¿Hoy cómo lo ves?

Dejo que mis dedos jueguen con el césped, hay veces que me siento así, como un jardín de colores vibrantes y maleza; otras veces creo que soy un suelo árido.

—Hoy creo que hay maleza que tengo que podar.

—Me gustaría tener maleza —dice Demetria y lanza un suspiro. Sé a lo que se refiere porque es lo mismo que pienso cuando tengo un mal día—. Nos dijeron que podíamos ver nuestros expedientes, saber sobre nuestro pasado.

—¿Y tú quieres verlo?

—No lo sé, ¿y si lo que hay ahí no me gusta? —pregunta con cierto aire de melancolía.

—No podemos cambiar lo que fuimos, pero puedes decidir lo que serás. Puedes esconderte, escapar o enfrentarlo.

Una vez más se queda callada mirando la nada. Tengo que pasar saliva varias veces para aligerar el nudo que se ha formado en mi garganta. Demetria y estos niños confían en mí, ella tenía ganas de contarle a alguien y esperó para poder hablar conmigo. Y eso me llega tan hondo porque no sé si soy la indicada, me siento como una hipócrita hablándole de lo que puede ser cuando yo sigo encadenada a mi pasado.

—Gracias —dice después de un par de minutos—. Me agradas, Mérida, ojalá tuviera una hermana como tú.

Ella se levanta con rapidez y sale corriendo antes de que pueda responderle, justo cuando aparece Tim Mallen. Él arruga la nariz, cree que ha sido rechazado por la pequeña niña, ese es el problema de algunas personas, que están tan sumergidas en su ego que no ven más allá de ellos mismos.

—¿Lo ves? Me odian.

Resoplo. Esto no tiene nada que ver con él, ella se fue porque dijo algo personal y, seguramente, necesitaba estar sola. No digo lo que pienso, a veces la gente está tan perdida en su mundo que no es capaz de ver el de los demás, Tim es un buen chico, pero no puede ver más allá de su nariz.

Me pongo de pie y le doy una sonrisa cortés antes de irme.



Maldición Willburn © ✔️ (M #1)Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt