Capítulo IV El Castillo Lan Quang

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La noche aún se cernía en la frontera de Liho y el árido desierto, una brisa helada llenaba el ambiente congelando la arena y dejando una sensación de soledad. Las estrellas parecían estar casi fusionadas, y la luna llena era tan potente como para iluminar todo el lugar solitario... o al menos, eso parecía.

Dos figuras caminaban sin rumbo, hacia el horizonte del lado opuesto por donde saldría el sol. No había nada alrededor de ellos, sólo el extenso desierto, y alguno que otro arbusto medio seco.

− Magus... tengo sed... – murmuró Zoe, casi sin voz.

− No puedo crear un vaso de agua de la nada, o convertir la arena en agua, o cavar un pozo hasta hallarla. – fue la única respuesta que le dio el joven, cortantemente.

− Mira, – Zoe se detuvo, molesta – si no cambias tu actitud conmigo... – lo amenazó.

− ¿Por qué debería? ¿Qué has hecho tú por mí, para que yo te de un buen trato a cambio? – repuso el joven sin mirarla, mientras seguía avanzando.

− ¡Hey! – Exclamó la joven, empezando a emprender la marcha y tratar de alcanzarle el paso a Magus.

Una vez que lo alcanzó, Zoe volvió a hablar:

− Tenemos que empezar a llevarnos bien; dijiste que ya éramos "amigos" – sentenció la joven, con énfasis.

− Si... espera, - el joven hizo una pausa - ¿"Éramos"? Entonces ya no lo somos; no tengo por qué cambiar mi forma de dirigirme a ti – le respondió sarcásticamente Magus, sonriendo a sí mismo.

− ¡Deja de jugar conmigo! – gritó a toda voz Zoe, haciendo que un ave silbara a lo lejos. Al parecer, la había despertado.

− Vas a despertar a los muertos... – musitó Magus.

− Sólo cállate. Me tienes harta con tu sarcasmo... – refunfuñó la joven, cruzándose de brazos.

− ¿Ah, si? – Empezó a decir Magus, llevando sus manos atrás de la cabeza – pensé que te causaba gracia; a muchas chicas que conocí les parecía gracioso....

− Yo no soy esas chicas – le recriminó cortante la joven, con un tono de mal humor.

− Está bien Zoe, pero no pongas ese carácter especial de dragón que tienes; eres a la primera persona que conozco que le cae mal todo – afirmó Magus, cerrando los ojos y bostezando.

Zoe sólo le respondió con un bufido. Estaba agotada de ese desierto, de Magus y su sarcasmo y de no tener a dónde ir... capaz hasta podían estar días sin agua y comida en ese desierto; ella no había traído provisiones en su mochila, y Magus directamente no había traído mochila.

Siguieron la ardua caminata, cada vez se sentía menos aire en el desierto y se veían menos arbustos que antes. Sólo la luz de la luna iluminaba el camino y no parecía haber rutas por los alrededores. El paisaje se mantenía desolado y el frío no parecía desistir. Luego de unos minutos, los dos muchachos divisaron unas grandes rocas que formaban una especie de refugio, perfecto para descansar. Se sentía el ruido del agua cayendo, al parecer, de una vertiente que había en esas rocas. Había bastante vegetación de un color verde vivo a su alrededor y árboles grandes y tupidos. Zoe apenas sintió el goteo del agua, no dudó en salir corriendo hacia el lugar, pero Magus la detuvo al instante.

− Espérate... puede ser una trampa o espejismo. – advirtió, con seriedad.

Tomando una piedra pequeña, Magus la arrojó con fuerza hacia el oasis. Golpeó contra las piedras y nada pasó.

− Bueno, parece seguro, creo que nos vendría bien un des...- Magus no alcanzó a terminar la frase, descubriendo que Zoe se había precipitado hacia el lugar a toda velocidad y ya se encontraba tomando agua de la vertiente.

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⏰ Last updated: Nov 07, 2019 ⏰

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