Capítulo III Guardia Santa

0 0 0
                                    

La noche en Liho se mostraba con todo su esplendor, estrellada y pocas nubes surcaban el cielo. Un aire fresco recorría los parques centrales de la ciudad, manteniendo un ambiente de soledad. La brisa que traía gotas del agua del lago llegaba hasta las alturas del inicio del parque, donde había un frondoso paisaje de pinos y plátanos. En el suelo, los caminos habían sido marcados con piedra caliza, formando cruces en paralelo u oblicuos, donde todos llegaban a un punto en común: la fuente del centro, donde se encontraba el lago. Había pérgolas con hermosas enredaderas floreadas, que dejaban un agradable aroma al pasar.

No había nadie paseando por el lugar, un comunicado vespertino avisó al poblado que se impuso toque de queda esa noche, más estricto que el normal, donde se prohibía la salida del hogar. Había un gran alboroto en el centro de la ciudad; la bocina de los policías sonaba constantemente y los autos aceleraban dirigiéndose hacia varios lugares en la ciudad. Se buscaba a unos fugitivos; los cuales pasaron apresuradamente al parque, e intentaron refugiarse para hacer una pausa bajo un viejo sauce, cuyas hojas cubrían el suelo.

Los dos muchachos parecían exhaustos. Respiraban con dificultad, como si hubieran corrido varios kilómetros. Se desplomaron sobre el suelo, dejando caer sus cabezas sobre el tronco del árbol. Estuvieron sin hablar por un rato, de vez en cuando observando entre las ramas por si alguien venía.

− Sonia... tiene contactos... – habló roncamente Zoe, cuando al fin pudo respirar tranquila – es por eso que no están persiguiendo; pero es raro, pensé que no sabría tanto de mi como para armar éste alboroto.

Magus, que mantenía los ojos cerrados y la cabeza baja cubierta por la capucha, le respondió:

-No lo sé... estás perdiendo un elemento valioso; no conozco Liho, pero se muy bien qué tipo de gente hay tras el poder y cómo se manejan en estas ciudades... mis padres tuvieron algo que ver en esto; debieron haberte visto cuando te quitaste el pañuelo.

− ¿Tienes idea de cómo escaparemos de este árbol, sin que nos atrape la policía, o aún peor la Guardia?

− Tú fuiste la loca que quiso escapar... yo sólo te sigo.

Zoe sabía lo que era perder el tiempo. No consultaría nada con Magus y empezaría a realizar las cosas por su cuenta. Miró a través de dos ramas que caían paralelamente. Sólo el brillo de las luciérnagas llenaba el ambiente, el resto era una oscuridad total con excepción de algunos faroles alejados que indicaban los caminos al lago.

Magus se incorporó y dirigió la vista a las raídas hojas del sauce, luego se volvió a Zoe, que lo miraba como si fuera a asesinarlo.

− ¡Es tu culpa! – gritó escandalizada, incorporándose de un salto - ¡Si no hubiéramos tomado ese camino tuyo!

− Con esos gritos nos encontrarán más fácil – repuse Magus tranquilamente, cruzándose de brazos.

− Eres tan... impertinente... – Bufó Zoe, se agarró de su cabeza golpeando contra el árbol, recordando la persecución agitada que tuvieron...

− ¿Seguro que podremos salir de Liho a través de este pasadizo? – preguntó Zoe, después de estar un largo rato caminado sobre el lodoso piso.

− Es la mejor salida. Conozco este lugar – le respondió Magus.

− ¿Perdón?, ¿Qué lo "conoces"? Eres un demente... apenas entraste a la casa para invitarme... – repercutió Zoe, pero Magus le cortó su comentario.

− Nunca estuve aquí, pero leí la historia de la fundación de la mansión Bennito y sus secretos...

Zoe sólo le respondió con un bufido y un suspiro, llevando su mano a la cabeza y frotando su frente.

Nephel Ank: RenacimientoWhere stories live. Discover now