Capítulo 13: Casa.

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Patinaba sobre Bond Street, una de las calles más famosas en todo Londres. Avanzaba con cierta lentitud para poder apreciar cada detalle de mi alrededor. Miraba a los autos, a las tiendas, a los letreros con luces deslumbrantes. Pero sobre todo, miraba las personas.

Algunas iban solas, otras acompañadas. Pero todas parecían tener prisa. Quizás no todas corrieran, pero se movían con bastante rapidez. Deteniendo un taxi, entrando probablemente tarde a una oficina. Eran pocos los que se detenían aunque fuera por un momento y contemplaban a su alrededor, como yo lo estaba haciendo ahora. Eran pocas las que apreciaban todo lo que los rodeaba.

Después de haber terminado de hablar con Finn, él había insistido en que me desahogara con él, que le contara como me sentía. Me hallaba patinando no porque no hubiera querido confesarle mis sentimientos, si no porque ni siquiera yo estaba segura de lo que sentía. 

Normalmente, cuando alguien busca algún lugar para distraerse o para pensar en algo muy profundamente, buscan un lugar tranquilo, como un parque. Pero en mi caso, me gustaba ir a lugares muy visitados, con gente a la que pudiera observar. Desde pequeña, mi padre me había enseñado a no solo apreciar el silencio, sino también el ruido.

Siempre había sido muy fácil para mí identificar mis sentimientos, poder responder con facilidad si alguien me preguntaba como me encontraba o que estaba pensando. Pero ahora no.

Por primera vez, no tenía idea de lo que sentía. O quizás sí, y en realidad no quería afrontarlo.

Mi mente me decía que debería sentirme enojada con Chris por lo que le hizo a Emmy, que debería sentirme agradecida con Finn por serme sincero y con Jack por querer protegerme, pero en realidad no sentía nada de eso.

El único sentimiento que podía reconocer con facilidad, era la confusión.

Además de la felicidad.

¿Felicidad, porque tu mejor amigo se irá a vivir a un lugar a siete mil kilómetros de distancia?

De pronto, y sin previo aviso, comencé a llorar.

Quería abrazar a Finn, cerrar los ojos y aspirar su aroma hasta perderme completamente en él, sin soltarlo nunca. Él era la única persona con la que podía abrirme completamente y sin temor alguno, era el único en el que podía confiar plenamente.

¿Por qué me sentía feliz, entonces?

Por supuesto que me entristecía la partida de Finn, pero por más que quisiera esconderlo, me agradaba que Jack se quedara aquí, conmigo.

Y por mí, que era lo principal.

Sin darme cuenta, estaba de camino de regreso, acelerando cada vez más y con un único pensamiento en mente: casa.

Patinaba a toda velocidad, sintiendo como las lágrimas caían también con rapidez, sintiendo como mi respiración se agitaba y como ansiaba llegar a casa finalmente.

Cuando al fin llegue, bajé de mi patineta y corrí hacia la puerta.

Toqué varias veces hasta que finalmente la puerta se abrió, dejando ver a un Finn con los ojos ligeramente rojos e hinchados, y el cabello despeinado.

Seguramente se sorprendió al verme, y comenzó a tartamudear enseguida.

-Al, yo… Lo siento si…

Negué con la cabeza y lo abracé. Deje que sus brazos me envolvieran y sentí sus sollozos contra mi nuca, repetía una y otra vez palabras que al principio no lograba comprender, pero que poco a poco fueron aclarándose hasta poder entenderlas completamente: Todo estará bien.  

El sentimiento de sus brazos alrededor de mí era mucho más que familiar, algo a lo que yo llamaría casa.

**

Desperté con Finn recostado en mis piernas y con el control de la televisión en la mano.

Finn despertó un instante después que yo, y me saludó con su sonrisa adormilada.

-¿Qué hora es?

Miré mi reloj e instintivamente me puse de pie.

-¡FINN! ¡Son las nueve de la mañana!

Sonrió de medio lado.

-Tienes razón… Aun es muy temprano, ¿deberíamos dormir un poco más, no lo crees?

Puse los ojos en blanco y corrí al baño a tratar de acomodar la enredadera que tenía por cabello.

-Hoy es día de escuela, por si no lo habías notado. -grité frente al espejo. 

Finn se levantó perezosamente del sillón en el que ambos nos habíamos quedado dormidos hablando hasta tarde la noche anterior, y se paró en la entrada del baño.

-Aunque vayamos al colegio, es muy probable que no nos dejen entrar.

En eso tenía razón. ¿Casi dos horas después de la hora de entrada? Ni siquiera en mis mejores sueños la directora nos dejaría entrar.

-¿Qué te parece si mejor aprovechamos el resto del día? Podríamos hacer casi cualquier cosa.

-¿Casi? –pregunté.

-Sí, casi. No estoy dispuesto a pagarle ni un helado más, señorita Allison.

Reí y lo empujé ligeramente con mi puño.

-Hablando enserio, ¿en qué estas pensando, Finnegan?

-En primer lugar, yo siempre hablo enserio. En segundo, NO ME LLAMES FINNEGAN. Y en tercero, es una sorpresa.

-Primero, tu nunca hablas enserio. Segundo, así te llamaron tus papás, no yo. Tercero, sabes lo mucho que odio las sorpresas.

Finn me cargó por la cintura y corrió hasta el sillón, para después soltarme allí y aprisionar mis manos y piernas buscando mi mirada fijamente.

-No me retes, Allison. No podrías ganarme ni en un millón de años.

Sonreí tímidamente y le solté una patada en la entrepierna. En seguida Finn me liberó, soltando una maldición y moviéndose hacia atrás protegiéndose de mí.

-Tú no me retes a mí, FINNEGAN. –finalicé con una sonrisa en el rostro. 

**

¡CHICAS! 

Perdonen mi ausencia, no he tenido tiempo de escribir por ese infierno al que algunos llaman escuela. 

En fin, ¡las he extrañado mucho! 

Si te gusta escuchar música instrumental mientras lees, a partir de ahora voy a intentar incluir una canción que quede con el contenido del capítulo. 

En este caso, la canción recomendada es "That old familiar pain", de Trevor Gordon Hall. ¡Espero que la disfruten!

Aprecio mucho sus votos y comentarios, no tienen idea de lo feliz que me hacen. 

Prometo ser más constante en los capítulos (o al menos intentarlo). 

Les mando un abrazo enorme, ¡esperen capítulo nuevo pronto!

P.D: Por primera vez, no están Jack ni Finn en la imagen multimedia. 

Los hermanos Harries.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora