kilos de amor *stony* (Omagaverse)

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-jajaja, ¿Entonces?, ¿Explotaste todo?-

-Hubieras visto la cara de mi papá, estaba furioso, y más cuando se vio en el espejo y vio que se había quedado sin cejas-

Ambos rieron, y luego le dieron mordidas a sus respectivas donas.

-Vaya, eres muy inteligente, yo no hubiera podido crear una bomba-

-No era una bomba- hizo un puchero –O al menos, no se suponía que lo fuera-

El rubio estuvo a punto de darle una mordida a su dona, pero su mirada se detuvo en el omega a su lado, su ceño fruncido, sus cachetes abultados, y su puchero en sus labios, su corazón empezó a bombear más rápido que de costumbre, sobre todo, cuando su mirada se cruzó con los enormes caramelos del omega achinados por sus mejillas, este por su lado, sonrió con sus mejillas calentándose, al notar los hermosos ojos azules del alfa a su lado, viéndolo fijamente, y esas mejillas rosas, le quitaron más el aliento al rubio.

-Emmm, creo que ya es muy tarde- dijo en un intento por alejarse de la cómoda, pero extraña compañía –yyyy tengo que ir a trabajar mañana-

-¿Puedo tener tu numero?- espeto el rubio, serio y con sus orbes azulinas clavándose en el omega

-¿eh?-

-Digo, podemos ser amigos y charlar de vez en cuando-

-Claro- su voz salió un poco decepcionada al oír la palabra amigo, pero no le dio mucha importancia–claro, apuntalo-

El castaño iba a sacar su celular, cuando vio al rubio y no pudo evitar soltar unas risitas señalando el viejo aparato en las manos del chico.

-¿Qué es tan gracioso?-

-Parece de mi abuela- dijo señalando el aparato en las manos del alfa

-Bueno, no soy mucho de tecnología- dijo un poco avergonzado

Ese aspecto del rubio, se le antojo tan tierna, un alfa siendo tierno, quien lo diría –Esta bien, abuelo- soltó de manera sarcástica –apunta mi número-

Una vez el alfa tubo el número del omega se despidieron con un incómodo apretón de manos, sin saber muy bien si darse o no, un beso en la mejilla, ¿Seria muy apresurado?, pues aunque ambos lo deseaban, estaban a la deriva sobre los deseos del otro, pero fue una buena despedida, ya que acordaron hablar mañana, así que ambos se retiraron, con una sonrisa en su rostro.

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A la mañana siguiente, el omega se despertó con una enorme sonrisa, justo antes que el despertador, lo cual era extraño, ahora se tallaba los ojos, mirando a todos lados, su departamento era pequeño, aunque tenía un colchón matrimonial, tenía escasos muebles a su alrededor, solo una mesita al lado de su cama, con un cajón, y una lámpara aparte del ropero adherido a la pared, el resto de su pequeño apartamento solo contaba con una cocina, que era lo más amplio en el lugar, una pequeña sala adjunta, con dos sillones, y una mesita en medio, con la televisión pantalla plana, justo en frente del sillón, un baño con una tina muy amplia, y un retrete, ambos con el suficiente espacio, pero todo lo demás, tenía tirados en cada rincón, inventos, planos en la mesa de la cocina, y aparatos por todo el lugar, ese era su santuario.

El omega se dispuso a bañarse, llenando la tina con agua, y poniéndole un sobre de jabones, de esos que huelen rico y hacen espuma en la tina, Tony no sabía de donde los conseguía Pepper, pero le dejaban oliendo muy bien, además que era relajante. El omega tenía su cuerpo desnudo en su totalidad, mientras poco a poco, se introducía a la tina con las burbujas blanquecinas, el agua se desbordaba a los lados, junto a la espuma olor a fresas, se relajó y suspiro, recordando lo que paso ayer soltando un chillido de emoción.