Alienígena y café

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Un día más o un día menos, existían momentos en lo que eso no me importaba en lo más mínimo, al menos hasta que veía la primera sonrisa del día de mi pequeño hermano. El es lo único que aún sigo, es la luz que mi impulsa a continuar soportando toda la mierda que nos rodea.

Día tras día se desarrollan las mismas escenas, las mismas situaciones con respecto a Cristina, nuestra nada adorable madre. Las peleas entre ambos se dan a cualquier hora, aunque desde el trato solo explotan cuando nos encontramos lejos de Sebastián, cosa que realmente agradzco.

Pelear en la mañana por un poco de café era absolutamente normal. Ella lo toma con demasiada azuzar, casi como si fuese un almíbar de color negro, mientras que yo no acostumbro a echarle más de una pequeña cucharadita. Durante el almuerzo de vez en cuando se daban chispazos, y digo de vez en cuando por que la mayor parte del tiempo Sebastián y yo la pasábamos solos en la casa, ella adora desaparecer por largos periodos de tiempos o inclusive días. De todas las discusiones la más común tiene origen en sus cigarrillos o cuando no encuentra sus drogas, mismas que acostumbro a guardar lejos del alcance o la curiosidad de Sebastián debido a que a ella no parece importarle que él las encuentre.

Pero definitivamente, algo que no se da nunca es esta situación, donde ella y yo estamos sentados en una misma mesa tomando café, sin insultos o discusiones, sin miradas feas por parte de ella o de rencor por mi parte. Simplemente nos encontrábamos compartiendo un mismo ambiente sin chocar. Situación en extremo extraña.

_... ¿Cómo te fue en tu examen el jueves pasado?...

Su pregunta me sorprende al tiempo que logra descolocarme. Es imposible disimular la sorpresa que se instala en mi rostro ¿Mi madre preguntándome sobre la escuela? ¡Imposible! ¿Quién era está mujer y que han hecho con mi bruja? Aparto la taza de café de mi boca y me dispongo a responder, el tono de duda en mi voz no parece afectarle.

_ Saque ocho sesenta, de igual forma no fue tan difícil como había pensado.

Ella no me mira cuando respondo, a decir verdad, tenía su mirada fija en un punto lejano de la pared a mis espaldas y llevaba largos minutos observando hacia allí sin dejar de tomar café, con el rostro extrañamente relajado y la voz calma. Quizás se le habían acabado las drogas, era lo más seguro, o quizás estaba mal viajando por un exceso con ellas ¿Las drogas eran capaces de causar un efecto calmante como este?

_ ... ¿Cuándo tienes otro?

_ En cuatro días

_ ¿Sobre?

_ La primera y segunda guerra mundial.

Veo como asiente con lentitud. Definitivamente esto es muy raro, tanto que comienzo a creer que estoy en un sueño o que me secuestraron los alienígenas. Si, definitivamente debe ser la segunda. No soy capas de recordar la última vez que mantuve una conversación de este tipo con ella. Es extraño, pero de cierta forma agradable, se siente como cuando papá aun estaba aquí.

_ ¿A qué hora te vas a trabajar?

_ Salgo en diez minutos_ respondo tras voltear y ver el reloj de pared, ella asiente con lentitud y le da un sorbo a su café, sin quitar ni por un segundo su vista de aquel punto lejano. La observo por algunos segundos esperando el momento en el que una segunda cabeza salga de su cuerpo o el momento en el que la alarma suene y me confirme que todo esto es un simple sueño.

_ Yo llevaré a Sebastián a la guardería, y tu lo buscas cuando salgas de trabajar...

Su tranquilidad me aterra, no sé si es por verla tranquila o completamente enloquecida. Sólo me limito a asentir para luego levantarme y lavar mi taza ya vacía, después de todo debo buscar mi cambio de ropa y luego salir hacia mi trabajo. Sin decir más salgo de la cocina y me dirijo a la habitación que comparto con mi hermano.

Ya han pasado dos semanas desde lo sucedido con la tormenta, desde la discusión en la puerta por un paquete de cigarrillos. Durante esas dos semanas todo transcurrió normal, bueno normal a nuestro modo, al tercer día luego de la lluvia mi profesora, aquella que había cuidado de Sebastián mientras yo buscaba como estúpido una llamar que tenía colgada del cuello, me pregunto por mi hermano y mi madre, ante lo cual me vi obligado a mentir un poco o mejor dicho decorar la verdad para que no delante lo que en realidad es y afortunadamente ella me creyó o al menos fingió hacerlo; dos días luego de eso fue la evaluación para la cual realmente sólo había estudiado un ochenta por ciento de los temas, afortunadamente me preguntaron lo que me sabía; no fue hasta el onceavo día que aquel comportamiento en Cristina comenzó, de repente había dejado de gritarme por cada detalle erróneo y hasta parecía sonreírle sinceramente a Sebastián, cosa que hasta el momento había considerado imposible. Algo raro sucedía, eso era más que seguro, pero el pequeño detalle era que no sabía de qué se trataba y tenía muchos posibles escenarios y todos involucraban drogas o deudas.

_ Suerte hijo.

Me detengo en seco al escucharla, ella aún está en la cocina y, cuando me encuentro a escasos pasos de la puerta, ella se despide de mi de una forma que nunca ha hecho. Acababa de llamarme hijo cuando nunca antes lo había hecho; las únicas formas que esa mujer tenía para llamarme eran: mocoso, niño, estorbo, engendro, tarado o estúpido, pero nunca hijo. No recuerdo la ultima vez que escuche esa palabra salir de su boca. Un escalofrío me recorre todo el cuerpo en señar de un mal presentimiento.

_ ... Adiós... mamá.

Es lo único que atinó a decir antes de salir de prisa, pronunciando lo último en un tono tan bajo que dudo halla sido escuchado por ella, casi corriendo del lugar con aquella extraña sensación en el pecho esa que desde el abandono de papá no sentía. Y, aunque fuese algo sentimental, podía sentir como lo pecho dolía tras cada latido, pero no entendía el porqué. Corro lo más que puedo, todo hasta que me quedo sin aire y mis piernas comienza a cosquillear, siento mi garganta completamente seca y, como si hubiese estado escapando de algo, miro hacia el camino que he recorrido esperando no ver a aquella mujer. Ahora comienzo a creer que definitivamente fue secuestrada y suplantada por alienígenas, uno que no tienen ni la más mínima idea de como hacerse pasar por mi madre. O al menos eso es lo que quiero creer debido a que la se sentía más dolorosa.


Rey escondidoWhere stories live. Discover now