Ups... —Pareció no saber cómo decírmelo y no necesité más explicación, mientras ella retomaba el camino.

—Ya, ups...

—Gabrielle, permíteme que te presente a Anthony.

Jade me presentó al tipo, enorme y de hombros anchos, como ella le había descrito la semana anterior. Sin embargo, no me interesó ni un poco. Le dirigí una sonrisa amable, pero en cuanto Jade volvió a perderse entre la gente, me quedé sin nada que decirle. Ni siquiera entendía por qué Jade me lo había presentado de verdad. Yo pensaba que solo pretendía poner celoso a su hermano. ¿Qué necesidad había de meter a otra persona en aquello?

—Jade me ha dicho que eres diseñadora de moda —me dijo el hombre.

—Sí, algo así. De momento respondo al teléfono —sonreí, mientras buscaba una forma de disculparme con el desconcertado hombre.

Por suerte, volvieron a interrumpirme. Y, de nuevo, me alegré, aunque esta vez fuera un Millerfort menos agradable. Peter prácticamente se metió entre medias, dándole la espalda a Anthony.

—¿Un baile de disculpa? —me pidió, tendiéndome la mano.

—Anoche me estabas pidiendo matrimonio, veo un paso atrás en nuestra relación... —bromeé.

Anthony nos miró un momento, frunció el ceño y se largó. Yo no traté de detenerle. Me daba igual la idea que se hubiera hecho de mí, la verdad.

—Verás, tengo intolerancia al alcohol, creo que tengo hígado infantil —se disculpó Peter, haciéndome reír.

—¿Solo tienes infantil el hígado?

—¡Auch! —se quejó, pero no había bajado la mano con la que me había invitado a bailar. Así que apoyé la mía encima y dejé que me llevase entre las parejas que giraban en la pista—. Lorcan es afortunado —me dijo, cerca del oído, tras dar una vuelta.

—Los Millerfort me tenéis desconcertada —reconocí, mientras buscaba a Lorcan con la mirada.

Se había alejado de la chica de la barra, pero estaba poco más allá, con una copa de champán en la mano y la mirada fija en mí. Su padre estaba a su lado, hablándole de algo que me pareció que él no escuchaba.

—Lorcan es especial —me dijo.

—¿Sí? Él tiene la sensación de que le levantas todos los ligues. Diría que ahora mismo está sufriendo mucho.

—Seguro que sí. —Soltó una carcajada y se giró para saludar a su hermano con una mano. Supe que Lorcan había resoplado incluso sin necesidad de verle—. Y sí, lo hacía. Cuando éramos más jóvenes. Entonces solía irme los veranos con él a recorrer mundo. Me encantaba desesperarle. Pero yo no me meto entremedias del amor verdadero, Gabrielle. Además, me caes bien y yo solo me caso con gente que tengo en mente odiar —bromeó.

—¿Cuántas veces te has casado, Peter? —curioseé.

—¿Quién lleva la cuenta? Cuatro, seis... Y casi todas ellas, pensé que sería la definitiva. Supongo que lo será la siguiente.

—No eres tan mayor para haberte casado tantas veces. —Solté una carcajada, porque creí que me estaba tomando el pelo.

—Te sorprendería. Mi récord casado está en veinte meses. Mi padre reparte hijos por el mundo, y yo divido mis bienes a la mitad constantemente.

—¿No tienes hijos? Con tantas mujeres...

—Es complicado. Deberías salvar a mi hermano de nuestro padre, antes de que haga alguna locura —sugirió, cuando acabó la canción—. Como darme un puñetazo. —Se acarició la mejilla sin afeitar de un par de días y no pude evitar reírme.

Cuando robes un zapato - *COMPLETA* ☑️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora