Abrí los ojos, sintiéndome como si estuviera acostada en una cómoda nube hecha de algodón. Ahí estaba ella. Tocando una suave sinfonía, sus manos y dedos se movían con delicadeza, aquella melodía me provocaba tener mi mente en blanco sin preocuparme de nada. Sus rosados labios tenían una sonrisa angelical que solo ella podía hacer, solo ella podía hacerme sentir así. Cuando sus ojos celestiales posaron su mirada a mi no pude evitar soltar un pequeño sonrojo en mis mejillas..
¿Habrá persona más perfecta que esta chica?
Pensé conectando mis orbes con las suyas, la ojiceleste dejó su arpa a un lado para acercase a mi y extenderme su delgada mano.
— ¿Necesitas una mano para levantarte? — Sus labios se curvaron en una sonrisa, esos esponjosos labios que me gustaría alguna vez besar. Tome su mano con delicadeza, siento como si ella fuera porcelana y estuviera a punto de romperse.
Mientras me paraba, su blanco vestido se mecía con la brisa primaveral. Totalmente parada, de la espalda de mi querida pelirubia salieron unas preciosas alas de ángel mientras que al mismo tiempo flores caían y una escalera blanquecina hecha posiblemente de mármol aparecía escalón por escalón.
— Acompáñame, necesito decirte algo...— Me dijo, sin pensármelo dos veces me adentre junto a ella a esas escaleras que parecían no tener fin.
.
Sintiendo rayos del sol golpear mi cara, abrí mis ojos cuidadosamente de no dañarme los ya nombrados. Me senté en mi cama para después tomar mi celular, tenía unos mensajes de la chica la cual estoy enamorada..
– ¡Hola!
– ¿Podríamos quedar hoy en las escaleras principales?
– Ya sabes, aquellas blancas que están cerca del salón de música.
– Necesito decirte algo... ¡Urgente!
– A... mitad del día! ¿Te parece?
– 💗
Sonreí.
– Vale.
– Creo que...
También necesito
decirte algo.
– Aunque...
tengo una petición.
— ¿Podrías tocar esa
melodía que siempre
tocas en el arpa?
