— Lárgate. —escupo furiosa.

Sus ojos aún me ven con sorpresa. Su pecho sube y baja, pero no dice nada. Sus pupilas están tan dilatadas que parece la maldita noche la que me está viendo. Me dedica otra mirada de rabia pura y abre la boca para decir algo, pero no lo dejo. Lo empujo con más fuerza de la que realmente poseo para echarlo de mi departamento.

Me dejo caer en el piso de la sala y una lágrima involuntaria se me escapa. No pensé que esto pasaría y menos con él. Me siento sucia, utilizada y ni siquiera nos acostamos. Tal parece que no hace falta consumar el acto físico para que una persona te humille. Todo mi cuerpo tiembla ante la idea de relacionarme físicamente con Zac. El nudo en mi garganta crece ante la rabia inminente que me abraza. Todo este tiempo solo fue deseo lo único que vi en sus castaños ojos y me duele aceptar la asquerosa realidad.

El beso fue tan dulce y tranquilo, como si tuviera miedo de lastimarme. Como si quisiera reparar lo que inevitablemente no tiene arreglo… mi alma. No importa cuanto lo intente o a cuantas personas les permita acercarse  lo suficiente, no veo nada positivo a futuro y me sentiría terrible si tuviera que arrastrar a Zac en esta situación de mierda. Aunque tal parece que su intención nunca fue ser arrastrado por los sentimientos que inevitablemente crecieron en mí por su culpa.

Abro los ojos para encontrarme con el pequeño AJ intentando llamar mi atención. Sonrío levemente mientras le acaricio la cabecita y me limpio las lágrimas traicioneras con el dorso de mi mano.

— Creo que seremos tú y yo por siempre —susurro a mi pequeño acompañante.

Y eso está bien. Empezaré de nuevo de ser necesario e incluso podría dejar las benditas clases que a fin de cuentas no me están sirviendo para mucho. La dolorosa idea de que me vuelvan a lastimar físicamente me asalta cada vez que salgo a la calle y hasta que no vea al infeliz que arruinó mi vida pudriéndose en una celda, no podré volver a respirar con tranquilidad.


— ¿Cómo has estado desde el ataque de pánico?

Llevo casi media hora de consulta con el Dr. Stone y apenas he hablado lo suficiente. Mis pensamientos solamente están en Zac y en lo estúpida que me siento por dedicarle mi tiempo.

Cuando desperté esta mañana, mis ojos estaban jodidamente hinchados debido a la falta de sueño y a las lágrimas que no pude evitar dedicarle a ese idiota. No tenía ninguna intención de venir a la consulta, si por mi fuera me quedaría en la cama todo el día revolcándome en mi miseria. Y aquí estoy, porque aunque mi idea de vagar mirando series era más tentadora, no quiero que estén llamando a mis padres para decirles que falté a mi segunda consulta.

— Intento no pensar mucho en eso —Stone asiente y escribe en su libreta.

— ¿Has salido con chicos?

Mi atención sale de la ventana por una milésima de segundo. ¿Acaso di esa impresión? Debo recordar que Stone es tío de Zac y eso limita bastante mi respuesta.

— Es complicado —me atrevo a decir. Aunque mi cerebro grita algo así: tu sobrino es un idiota que no sabe manejar la privacidad de mis asuntos y lo único que me propuso es sexo sin compromiso… ah y nos besamos.

— Todos lo son. Al menos eso dice mi esposa.

Una pequeña risa se escapa de mis labios y el Dr. Stone se limita a sonreír.

— No me siento completamente lista para ver chicos aún… —él asiente para que prosiga—, pero no dejo de pensar en él.

— Em, es completamente normal que no te sientas segura de estar en intimidad o incluso cerca de un hombre.

FIGHTOVE © 《DISPONIBLE EN AMAZON》Where stories live. Discover now