➳ 30: Salvación. ➳

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Ambos corrieron en dirección al viejo hombre que ya lucía cansado y apunto de perecer bajo esa lucha; Ser Peyton mantenía su espada erguida y sus golpes aun parecían decididos por acabar con las criaturas de la oscuridad, pero su cabellera blanca, llena de canas, más las pesadas arrugas en su rostro, denotaban con mayor esfuerzo lo cansado que ya se notaba y lo poco que parecía seguir resistiendo aquel combate contra la misma muerte.

Gracias a los dioses que Jacob y Ser Isaak pudieron llegar a tiempo para darle una mano al caballero y derribar a los demás muertos con finas estocadas y cortes precisos. Fue asi como el viejo caballero resultó salavado por su hijo y por su rey, logrando recuperarse de una muerte segura bajo las garras de la oscuridad.

-Padre ¿Estás bien, puedes seguir en la batalla? -preguntó Ser Isaak, olvidando de momento en que circunstancias se encontraban. El rey Jacob cubrió sus espaldas mientras el caballero más joven se percataba de la integridad de su padre.

El viejo caballero asintió lentamente, como si se tratara de convencer a si mismo de que podría seguir, cuando su propio cuerpo se quejaba a traves de su lenguaje corporal, mostrándose terriblemente cansado y derrotado. Tal vez lo mejor era que Ser Peyton volviera a la estación médica y esperara a salvo por el final de la guerra.

-Puede volver, Ser Peyton, -aclaró Jacob. El rey en el norte entendía y sobre todo, le importaba de verdad la salud de su caballero de confianza. Aún asi, el viejo hombre parecía reacio a dejar el campo de batalla.

-No, puedo resistir, -alegó. -solo debo descansar un poco... -dijo, tratando de convencer a los dos hombres que se preocupaban por él. Ser Isaak parecía completamente en desacuerdo con su padre y probablemente, lo habría acarreado fuera del campo de batalla contra su voluntad, solo para garantizar su bienestar, pero lamentablente, otra horda de resucitados se alzó a la lejanía.

Corrían a la misma velocidad, esparciéndose como una mancha sobre la nieve blanca que seguía cayendo de los cielos. Era hora de seguir.

Jacob fue el primero en lanzarse de vuelta a la lucha; sus hombres no se quedaron atrás, siguieron a su rey con una necesidad renovada para pelear tras el hombre que los lideraba. Ser Isaak también se precipitó, siguiendo los pasos de su rey, atacando con un poco más de soltura y confianza ahora que se sentía más protegido y apoyado por los demás alfas que peleaban con orgullo, salvajes y fríos, solo como el norte habría podido formarlos.

Los caminantes llegaban montados en sus caballos, cargando lanzas y espadas de hielo. La lucha se libró con más fiereza, mostrando a los innumerables torrentes de resucitados, logrando causar varias bajas del ejército vivo, arrasando pero siendo igual de contrarrestados por los hombres que si tenían un latido instante en el lado izquierdo de su pecho.

Jacob se mantenía en la lucha, poco a poco reencontrándose con Ser Isaak en el nudo de la batalla, ayudándose mutuamente mientras peleaban bajo la infinita ventisca de nieve, mientras los muertos finalmente perecían a sus pies y aquella horda se reducía a cenizas en los suelos.

Así que mientras Jacob se daba unos minutos para respirar y asi recuperar el aliento, se dió a la tarea de buscar a sus rostros conocidos entre la multitud. Checando a Ser Isaak a su derecha, aún luciendo estable, aunque un poco cansado ya. Lo admitía, la adrenalina comenzaba a extinguirse a través de sus huesos y el pesado dolor y el cansancio inconmensurable, comenzaba a pagar factura.

El rey Jacob regresó su vista para buscar de nuevo a Ser Peyton, pero no lo encontró. Se giró hasta ser Isaak, pero este tampoco parecía saber la ubicación de su padre.

El nerviosismo recayó de vuelta en los hombros del joven caballero; comenzó a correr, prontamente seguido por el rey en el norte, avanzando mientras buscaba por los suelos alguna señal de su padre. Ser Isaak recorrió varios metros con la misma cara de preocupación ceñída en su rostro, conteniendo el nerviosismo muy dentro de su pecho con el deseo de encontrar a su padre aún con vida. Mientras Jacob lo seguía no muy lejos, manteniendo el paso de su joven caballero, hasta que logró visualizar lo mismo que el muchacho a varios metros a la derecha.

Dragonscale [l.s]Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz