Capítulo 36: "Las rubias se divierten más"

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– Mei, Yuzu necesito que vengan conmigo de inmediato y SOLAS – la morena y Yuzu se miraron y sin demora siguieron a la señora Okogi hacia la casa.

La primera que entró después de Ume fue Yuzu - ¿Hermana Ana? – Se había dado de lleno con la monja - ¿Jane? ¿Kyoko? – estaba todo el mundo en la sala de la casa Okogi, parece - ¿Qué demonios hacen aquí... ¡O Dios!... - No pudo terminar la pregunta porque una pequeña de casi tres años muy parecida a su novia la miraba con enormes ojos violetas, la cabeza torcida, y con un conejo en su brazo - ¡MEEEEIIIIIIIII! – tenía la sensación de que ese no iba a ser el último reto del día.

Con el grito de Yuzu la morena llegó más rápido aun al gran encuentro. A la primera que Mei vio fue a su madre, pero inmediatamente su cabeza giró a la mujer que tenía los hábitos puestos y que con la poca fuerza física que tenía sostenía por sus brazos a una furiosa Jane - ¿Qué... qué... qué... Qué hacen acá? – Finalmente preguntó - ¿Yuzu... qué... - Apenas la cabeza de Mei giró para buscar a su novia la encontró con su mirada puesta en otra cosa. La mirada de Yuzu era derecha y un poco inclinada hacia abajo, a la morena no le quedó otra que seguir su línea de visión - ¿Yuzu qué... - la pregunta murió en su garganta cuando los ojos de Mei encontraron a la misma pequeña que la empresaria miraba con gran atención. La niña tenía el mismo color de pelo que Mei y al igual que la morena también lo llevaba atado en una cola de caballo. Sus pequeñas zapatillas de suela blanca y lona azul estaban desatadas. Tenía un jean azul y una remera roja con un dibujo de un patito de hule estampado. El color rojo parecía predominar, porque la mochila que tenía la pequeña sobre sus hombros era de esa misma tonalidad, aunque el conejo medio destrozado que tenía agarrado fuertemente en uno de sus brazos era celeste y parecía bastante sucio. La mano libre de la pequeña estaba en su boca, la niña se chupaba el dedo como si su vida dependiera de ello. Pero lo más impactante de la pequeña, y por lo que Mei se dio cuenta que estaba nada más y nada menos que en presencia de su hija, fue la forma en que, con su cuello torcido, y con grandes ojos violetas abiertos miraba a Yuzu. La mini morena miraba a la rubia con la misma obsesión que lo hacían Mei y hasta la misma Beth. Al igual que Beth y que Mei, la nena se había enamorado a primera vista de la empresaria y eso para Mei valía más que cualquier prueba de ADN. Por su parte Yuzu miraba a la pequeña con una mezcla de adoración y ternura que llamaba la atención de todos los presentes.

La morena empezaba a caer en la cuenta poco a poco de lo que estaba pasando e intercalaba sus miradas entre la gente mayor que esperaba su reacción y entre Yuzu y la niña que no dejaban de mirarse mutuamente. – No, no, no... no es cierto... - los pies de la tatuadora retrocedían como si tuvieran voluntad propia y la cabeza de la chica se agitaba en negativa sin pausa alguna – No... No... No puede ser... - La necesidad de salir corriendo de ese lugar la llenaba y las miradas que estaba recibiendo de las cuatro mujeres mayores no ayudaban en nada. Una vez más Mei Aihara había hecho algo mal. Sus pies se movieron más rápido esta vez y con un rumbo definido.

- ¡A NO! ¡ESO SI QUE NO! - El silencio de la sala que solo era interrumpido por las constantes negativas de Mei y su respiración agitada se rompió cuando Jane pudo soltarse de su hermana y se fue inmediatamente hacia la tatuadora - ¡NO PIESNO PERMITIR QUE HUYAS COMO COBARDE! – A pesar de los muchos más años que le llevaba a la joven, Jane llegó antes que la morena pudiera ni siquiera pensar que le impedía moverse. El problema fue que Jane no la agarró del brazo ni de la cintura, ni del hombre, Jane fue por la parte dolorosa.

- ¡AUCH! ¡AUCH! ¡AUCH! – La morena se retorció apenas la melliza tuvo en sus manos el miembro de la morena - ¡AUCH! ¡DUELE! ¡DUELE! – chillaba.

- ¡Y TE VA A DOLER MUCHO MÁS! – Le advirtió la mujer - ¿CUANTAS VECES TE DIJIMOS CON ANA QUE USARAS PROTECCIÓN MEI? ¿CUANTOS PAQUETES DE FORROS TE COMPRE? ¡DIMELO MIERDA DIMELO! – acompañó el grito con un apretón.

Citrus: No-Soy-Para-Tí G!PWhere stories live. Discover now