Deber y querer - Parte 1

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Martin se burló de mí en todo el viaje a casa por haber sido rechazado de una forma tan «cortés».

"Cuando por fin te animas a tomar la iniciativa, eres rechazado. Debe ser por el karma. ¿Qué se siente?", dijo.

No le respondí.

El Padre y los universitarios se empiezan a acercar en medio de la charla. La voz ronca del mayor se escucha como un susurro que va ascendiendo. Es Katrina quien le responde; su tono animoso se escucha por encima de la música y los gritos del pasillo.

—¡Esto es perfecto para despedir el documental! —dice— Los dibujos, los niños, las actuaciones, los discursos... ¡Wow!

—¿No parecerá algo preparado? —le escucho preguntar a su hermano.

—Preparado o no, es algo lindo para recordar. —Y esa es Hell—. Las respuestas de los niños harán sonreír al calvo.

—Me gustaron sus pensamientos —continúa hablando Katrina. Su voz es la que escucho más cercana. Debes estar pasando a mi lado—. A pesar de tener poca edad y recién estar en su niñez, los niños tienen una madurez admirable.

—Ha hecho bien su trabajo, Padre —añade Hell—. Veo que se le da mejor organizar un hogar con niños que un grupo de apoyo con adultos.

—¿Eso ha sido un cumplido, Nair?

Al parecer la intención detrás del comentario era un cumplido, pero ha sonado como una burla.

—Digamos que hoy estoy generosa.

El Padre Lucas sigue caminando y siento su mano darle palmadas a mi hombro cuando pasa. Un saludo de su parte y una advertencia a un niño chico que corre con tijeras lo hacen ignorar la respuesta de la rubia, pero yo logro oírla puesto que parece ser dirigida a mí como mofa de lo que dijo la otra noche; la expresión de suficiencia que carga al voltear me lo dice.


~


Todos los niños y sus cuidadores, incluyendo al profesorado y el personal en general, está metido en el comedor para ver el espectáculo infantil del que tantos comentaban por los pasillos. Arremolinados frente a una especie de caja negra gigante, sentados en el suelo sin darle importancia al frío paralizante del exterior, se carcajean de lo que parece ser un cuento magistral contado a través de títeres. Algunos muñecos parecen hechos con una mano; sus aspectos son tétricos y desagradables de ver. Pero peor es el tono gangoso y chillón con que el protagonista habla. De igual manera, poco les importa a su expectante audiencia.

La historia que cuentan es la típica versión cutre de un niño que no sabe a qué dedicarse a futuro, con una vida problemática y una duda existencial de la que cualquiera se puede identificar. Su protagonista, el títere chillón y gangoso, se la pasa tratando de encajar dentro de los grupos poco cómicos compuestos por sus compañeros.

Harto de que el títere se la pase de grupo en grupo, busco la mejor forma de escapar de la situación, así que me levanto del puesto que Bella me reservó sin darle importancia a los regaños que ella y su grupo de amigas emite por no permitirles ver.

El abucheo de otros niños hace que me vuelva a sentar. Uno de ellos —que está sentado junto a Bella, y el mismo con el que se puso a discutir sobre si una escoba era más rápida que una pistola— se acerca a ella para preguntarle de qué va la historia. Su razonamiento limitado por la edad no le permite reflexionar sobre el mensaje.

—Es de un niño que no le cae bien a nadie —responde Bella—. Como tú.

—Yo le caigo bien a todos —se defiende el niño—, excepto a ti.

FelixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora