Vacío y lleno - Parte 1

32.2K 5.7K 9.1K
                                    

La llamada finaliza y me quedo mirando la pantalla durante unos segundos sin comprender qué acaba de ocurrir.

Me acomodo la ropa y bajo las escaleras. Desde la sala ya puedo escuchar los dibujos animados que a mi hermanita tanto le gusta ver, las tazas chocando con los platos, el burbujeo del agua en el hervidor y la charla de mis padres sobre la tormenta de anoche. Al asomarme en la cocina, busco en los asientos la melena rubia de Hell, pero ella no está.

Es mamá quien se percata de que la buscaba.

—Tu amiga se fue temprano por la mañana, su padre la vino a buscar. Parecía con prisa.

—¿Ustedes le pasaron mi número al padre? —Ambos niegan con la cabeza—. Quizás fue ella.

Aunque se supone que Hell no tiene mi número. Ni yo el de ella.

—¿Te llamó su padre? —La situación planteada parece divertirle a papá, quien esculpe una sonrisa traviesa— Veo que la tendrás difícil.

—Él quería agradecerme —aclaro, antes de que ambos empiecen a lanzarme insinuaciones erróneas.

Esto es extraño. ¿Por qué el padre de Hell me llamaría para agradecerme por recibirla en casa para la tormenta? Ella dijo que no se llevaba bien con él. Algo no cuadra aquí: o ella mintió o la llamada de hace un rato significa que acabo de involucrarme en malos ratos.

Quizás solo estoy paranoico.

No, no lo estoy. ¿Cómo consiguieron mi número?

—Es una linda chica Hell, ¿eh? Me recuerda a mí en mis años mozos... ¿No crees, Chase? Aunque claro, ella es toda una mujer.

Debí suponerlo: las insinuaciones no se irán.

—No me molestaría tenerla otra vez en casa —sigue papá. Yo le frunzo el ceño como forma de cuestionamiento. Él debería ponerse al menos de mi parte—. No te molestes, hijo, pero ya hablamos esto.

—Lo recuerdo y por ahora no estoy interesado en salir con nadie.

¿Podría ser este sentimiento correspondido?

La voz de Hell resuena en mi cabeza como un rápido recordatorio del sueño y evidenciando mi contradicción. Es cierto, no estoy interesado en salir con nadie, ¿y el sueño qué? ¿Una alarma de auxilio? Qué patético.

—Vaya, parece que Felix está recordando cosas que no quiere contarnos —murmura mamá.

Vuelvo a la mesa, al desayuno que todavía no me sirvo, y siento la cara caliente.

—Quizás sí necesite a alguien —confieso en tono bajo.

Y tras esa conclusión poco acertada y terminar el desayuno, me dirijo hacia mi cuarto en busca del celular. A la primera persona que busco es a Martin y su bandeja de mensajes sin atender. Mientras los hago puedo imaginarme su sorpresa al tomar yo la iniciativa, por querer algo de él. Abro el chat y escribo:

¿Conoces alguna aplicación de citas?

Envío.

No pasan dos segundos para arrepentirme y borrarlo.

Esto es estúpido y una medida desesperada que no es digna de mí. Si voy a conocer a una persona y tener una cita, no será a través de una aplicación barata que no me llevará a algo real, solo un cita con alguien que se escuda tras una pantalla.

Escudarme es lo que hago negándome a ellas.

Vuelvo a enviar el mensaje, esta vez sin borrarlo. Para disgusto de mi impaciencia, Martin no lo ve al instante como suele hacerlo siempre. Pienso en preguntarles al gallinero, pero no quiero alborotarlo.

FelixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora