Capítulo 5 "Supervivencia"

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— ¿Algo más? — preguntó, observándola detenidamente e hizo que Derek clavara aún más su mirada en él.

— Corre — murmuró, haciendo que el muchacho huyera del lugar. Rachel lo observó alejarse. Debía estar preparada para huir en cualquier momento. La oportunidad estaba cerca. Hasta que escuchó:

— Tú. Ni siquiera lo pienses — la amenazó, adivinando sus pensamientos y volviendo la mochila, descargó todo su contenido sobre el suelo del pasillo; un cuadernillo, tres lapiceras y una calculadora rebotaron y se deslizaron por el piso. Todos los observó caer y cuando su vista regresó a Derek, se arrepintió al instante — Si escapas, lo lamentarás — sentenció.

Luego sacudió la mochila, asegurándose de que estuviera completamente vacía, y dejando todas las máscaras en el piso, comenzó a cargar la mochila con ellas mientras las contaba. Por instantes, la supervisó de reojo, quería saber si su consejo o amenaza había surtido efecto, pero en su lugar se encontró con su pequeña mano extendiéndole aquella campera negra con puños sueltos y el escudo del instituto en su centro.

— Toma. Póntela — ofreció. No la tomó, pero eso no la hizo rendirse — Estás empapado y además con esto podrás pasar desapercibido como un estudiante más — explicó con la voz algo baja, pero segura en su argumento.

— No me interesa pasar desapercibido — murmuró, colocando una máscara más en la mochila.

— ¡Es estrategia! — insistió — De esta forma, nadie pensará en quitarte las máscaras porque creerán que no tienes ninguna — terminó, y Derek la miró detenidamente buscando el engaño en su rostro, pero no lo encontró, y aunque su voz había sido baja, fue segura.

Entonces tomó la campera y se la colocó de mala gana. Ella tenía razón; estaba empapado y, a diferencia de ella, solo llevaba puesta una remera negra sobre unos pantalones tácticos poco abrigados.

— ¿Cuántas tienes? — preguntó, pero él contestó de inmediato. Rachel no sabía si el motivo de su silencio era pura arrogancia o cautela. Tenía la impresión de que aún él no confiaba en ella, y estaba en lo correcto.

— Muy pocas — respondió al fin, poniéndose de pie frente a ella, quien parpadeó repentinamente y dio un veloz paso hacia atrás — ¿Dónde hay más?

— ¿Cuántas? — insistió.

— No lo suficiente para ganar — respondió molesto. Comenzaba a entender que había preguntas que a ella no le gustaba dejar sin respuesta — ¿Dónde...

— Esta vez será más peligroso — advirtió.

— ¿Peligroso? — preguntó y sonrió con soberbia — Déjame a mí decidir eso...

— Dejarte es lo que más me gustaría ahora, pero dadas las circunstancias — añadió, extendiendo sus manos para mostrarle el lugar, pero volviendo rápidamente a cruzarse de brazos recordando su ropa aún húmeda.

— Cuidado — se burló — No querrás dejarme ver algo más — añadió, mirándola de arriba a abajo.

— ¿Silent Hill? — preguntó de golpe.

— ¿Qué? ¿El videojuego? — preguntó, intentando esconder una morbosa sonrisa, pero no con efectividad.

— Claro — bufó de lado, desviando su mirada — Si eres como un friki al que su videojuego favorito se le hizo realidad.

El trato y el sacrificio Where stories live. Discover now