Capítulo 6

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Sehrazat se acurrucó entre sus almohadas. Hacía días que no descansaba bien, tenía mucho trabajo, muchas presiones y cuando llegaba el momento de dormirse, sus pensamientos no le permitían descansar.

Se obligó a hacer lo mismo que le decía a su hijo cuando él se quejaba de no poder dormir, pensar en cosas lindas... el problema era que, de no ser en él, en su hijo, Sehrazat no sabía en qué pensar... y la salud de Kaan también le preocupaba...

Apretó los ojos con suavidad... los sentía algo irritados y suspiró de impotencia cuando se dio cuenta de que el insomnio había ganado la batalla.

Se incorporó en la cama, pensó en prepararse un vaso de leche tibia, pero no tuvo voluntad de levantarse para prepararlo.

Una ducha, quizás eso la relajara un poco. Pasó al lado de la mesa y vio que su celular descansaba allí y que se había olvidado de cargarlo. Sacudió la cabeza y lo tomó para conectarlo a la corriente, entonces vio que tenía una llamada perdida: Don Onur.

Se fijó la hora, era demasiado tarde, ya habían pasado más de dos horas desde la comunicación fallida.

Dejó el móvil cargando y preparó el agua. Se preguntó que podría haber necesitado don Onur para llamarla a su móvil por la noche. Se quitó la ropa despacio, su mente perdida en las cosas que había hecho ese día. No encontraba explicación, seguramente, al día siguiente la tendría, en cuanto se disculpara por no haber contestado. ¿Debería disculparse?

El agua acarició su piel y Sehrazat se sintió un poco más repuesta. Se enjabonó el cuerpo y disfrutó del agradable aroma floral. De pronto, los ojos azules de don Onur volvieron a su mente. Tenía que reconocer que siempre le habían atraído. Esa mirada que podía ser glacial por momentos y tan intensa por otros. Tan intensa con ella.

Sehrazat suspiró mientras terminaba de enjuagar su cabello. Quiso convencerse de que él era un hombre libre, que podía mirar a todas las mujeres, sin embargo, a pesar de la molestia casi irracional que ella sentía cuando él le dedicaba una mirada a su nueva compañera, Jale, Sehrazat tuvo que admitir que, para ella, la mirada de él era distinta.

Y no era solo la mirada, también era su expresión corporal, la forma en que la buscaba, se acercaba, la llamaba por teléfono... no, no podía caer en ese juego... él era su jefe, ella estaba orgullosa de trabajar en Binyapi y no podía cometer el error estúpido de echar todo a perder solo por... no, hacía demasiado tiempo que ella había relegado su deseo para dedicarse a su profesión, y la muerte de su marido había hecho el resto.

Cerró los ojos y los apretó. No era tan malo fantasear, sentirse deseada, y en ese momento, don Onur... Onur era el vehículo indicado para hacerlo...

Sintió que su cuerpo se erizaba al pensar que él se reunía con ella en la ducha, bajo el agua, sus ojos acariciándola.

Casi pudo sentir su mano tomando la de ella, él besando sus dedos y luego asaltando su boca, intensamente, casi con desesperación. Sehrazat se vio hundiendo sus uñas en su espalda mientras él la arrinconaba contra la pared de la ducha sin dejarla respirar...

Sus manos se deslizaron por su piel y ella sintió que era él quien la acariciaba. Lo escuchó decir su nombre en su oído, en tono bajo, excitado y cerró los ojos cuando ella misma, entre besos, deslizó su mano hacia abajo y lo acarició, provocando un intenso jadeo.

-       Onur...- dijo ella al imaginarse que lo sentía parte suya, la cara de él hundida en su pecho, haciéndola sentir cosas que había olvidado.

Las sensaciones eran tan intensas que ella tuvo que apoyarse contra la pared mientras seguía sintiendo sus caricias.

-       Sehrazat... me vuelves loco...- lo escuchó decir y sus manos hicieron el resto para dejarla temblando placenteramente, en oleadas que fueron disminuyendo solo cuando se sintió ya satisfecha....

El comienzoWhere stories live. Discover now