Siempre lo hago...

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Siempre lo hago, cada vez que te miro, es algo inevitable... Te escucho y siento cada una de tus palabras acariciarme, me tomo el tiempo de admirar de punta a punta de tu cuerpo cada uno de tus detalles a pesar de haberlos visto antes. Empiezo desde la raíz de tu cabello y, mientras desciendo, mis ojos voltean a ver tus ojos, después tu cabello, tu nariz, nuevamente tu cabello, tus apetecibles labios, tu barbilla y termino en la punta de tu cabello para arrojar mi mirada a tu cuello. Me detengo a suspirar y retroceder al centelleo hipnotizante de tus pupilas, retomando el andar de mis ojos bajando por la tersa piel de tu escote imaginando siempre tener ese par de senos en mis manos, tus pezones entre mis dedos y... Entonces sigo admirando las líneas de tu cintura que  se abren sutilmente para darle forma a ese conjunto exquisito de cadera, nalgas, pelvis y muslos en los que tantas veces he querido perderme. Respiro profundo, parpadeo repetidamente para cerciorarme de que en verdad estás ahí frente a mí, miro tus ojos de nuevo y sigo descendiendo en el punto en el que me quedé solo para anhelar ese calor de tus piernas, sentir la piel de tus pantorrillas e hincarme de ser necesario a besar tus pies. Cada que te veo lo hago, no me puedo contener, pues me es inspiradora tu belleza, esa esencia que se ha vuelto deseo, alma, mente y cuerpo por desnudar, por poseer.

Jürgen Rodríguez.

Versos de Pasión OscuraWhere stories live. Discover now