7。

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Los ojos de Jaemin se abrieron con lentitud, se puso de pie con mucho esfuerzo y su mirada buscó desesperadamente a Renjun. El mayor estaba tendido en el frío césped, temblando por el gélido clima nocturno o quizás por la traumática situación que acababa de presenciar. Al encontrarlo, Jaemin lo envolvió en sus brazos, brindándole la protección que el rubio tanto necesitaba.

― Estoy bien, ¿ves? Solo estaba jugando. ― Le susurró al oído, haciendo que su cálida respiración chocara contra su cuello.

A Renjun le hubiese incomodado la actitud de Jaemin en cualquier otra situación, pero ahora solo necesitaba ser abrazado. Su corazón seguía latiendo desesperadamente y el menor podía percibirlo, sintiéndose aún más culpable por lo ocurrido.

― Perdóname, ¿sí? No quise asustarte, ya estoy bien.

Jaemin trataba de calmarlo pero sus palabras no parecían ser recibidas, el rubio se había perdido en sus pensamientos y no había forma de hacerlo conectar con la realidad.

― Fue solo una broma, prometo que no se volverá a repetir.

Jaemin siguió insistiendo sin percatarse de que sus intentos eran en vano, Renjun no podía percibir una broma por más evidente que fuera, para él esto era algo muy serio.

― Olvidemos esto y vayamos a la fiesta, ¿sí?

El semblante de Renjun se desencajó al oír aquellas palabras, no podía comprender cómo después del accidente ocurrido todavía tenía fuerzas para ir a una fiesta. Sin duda Na Jaemin era un caso que iba más allá de su comprensión.

El pelirrosa se puso nuevamente de pie, y le tendió su mano a Renjun, quién todavía se encontraba en el suelo con la mirada perdida. Algo dubitativo tomó la mano ajena y se encaminaron hacía la casa.

― Por favor lávate las manos, estás lleno de gérmenes. ― Renjun hizo una mueca en señal de asco.

― Hace un rato no pensabas lo mismo cuando me besaste. ― Le guiñó el ojo.

Jaemin era un descarado, un atrevido, un sinvergüenza, pensaba Renjun. Después del sacrificio que hizo por él y la situación embarazosa por la que tuvo que pasar se atrevía a provocarlo, no merecía que lo dejara pasar ni al umbral de su casa.

― No se volverá a repetir. ― Renjun se cruzó de brazos, hastiado por la actitud del menor.

― Da igual, podría morir ahora mismo que no me importaría porque ya tuve el privilegio de probar esos labios. ― Tomó las manos del mayor y lo miró a los ojos con una sonrisa divertida.

― ¡No me toques! Me das asco. ― Exclamó y subió corriendo las escaleras.

Jaemin iba detrás de Renjun pero el mayor fue más rápido y logró entrar a su habitación y cerrar la puerta con llave, si el anfitrión no estuviese tan frustrado realmente sería una escena muy graciosa de ver.

― Ábreme. Casi muero recién, creo que lo mínimo que merezco es un poco de amor y atención. ― Exigió del otro lado de la puerta.

― No te abriré hasta que te bañes, no quiero que me contagies.

― ¿Contagiarte qué? La estupidez no creo, eso ya es parte de ti. ― Río.

― ¡N-no soy estúpido! Y si me sigues molestando, llamaré a la policía, no me tiembla el pulso. ― Advirtió y tomó su teléfono móvil, simulando llamar al 911.

― ¡No llames, no llames! Me bañaré y no te molestaré.

Renjun colocó el celular sobre su cama y se dejó caer al suelo, de espaldas a la puerta.

autism ― renmin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora