una puerta carente de sentido

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Era tarde. Las tres de la madrugada, quizá las cuatro. Recuerdo que hacía frío en la calle. Tambien recuerdo que me daba igual. Debía llegar a un sitio aquella noche y así fue. Llegué puntual, a la hora prevista, pero nadie contestó al timbre. Volví a llamar. Nada. Llamé dos veces seguidas. Nada de nada. Decidí esperar en la puerta, llamando al timbre cada media hora, de una forma cada vez más rutinaria que esperanzadora. Mis extremidades comenzaron a dormirse antes que yo. No debia dormirme, pues la puerta podría abrirse en cualquier momento. No recuerdo muy bien las horas que pasé despierto, observando la puerta. Treinta y seis, quizá dos o tres más. Lo siguiente que recuerdo es despertarme, abrir los ojos y observar anonadado la puerta abierta. Estaba abierta, sí, pero era tarde. Lo mismo iba a encontrarme a este lado que al otro lado de la puerta: un cuerpo cansado, unos ojos perdidos y un corazón ansioso.

-Entonces, ¿jamás supiste lo que había tras esa puerta?-me dijo.

-Peor, mucho peor. Lo supe siempre. Lo que ocurrió es que jamás llegué a atravesarla.

-Pero pudiste atravesarla. Lo que pasa es que no quisiste.

-Cuando pude atravesarla, ya era demasiado tarde para hacerlo. No iba a perder el tiempo más de lo que ya lo había perdido. Cuando es tarde, hay que aceptar que es tarde y dirigir la vista hacia otros relojes, hacia nuevos relojes. Siempre es la hora de hacer algo, por insignificante que sea. La vida consiste en buscar momentos idóneos para hacer las cosas. Yo, en lo que respecta a aquella puerta, jamas lo encontré. Y no fue poco tiempo el que estuve buscando aquel momento, lo busqué durante toda mi vida.

-¿Quieres decir que ya estás muerto?

-Quiero decir que la vida que tengo ahora es otra vida.

-Yo también quiero vivir dos vidas.

-No vives dos vidas, ojalá eso fuera posible. Divides tu vida en dos partes, que es distinto. No es algo que uno quiera hacer, es algo horrible y deben tenerse motivos para hacerlo. Tú no los tienes.

El silencio fue la consecuencia de aquellas palabras y a su vez, va a ser, por hoy, el final de mi relato. Debes descansar la mente, pues siento desde aquí su agotamiento. Todavía nos quedan varias sesiones hasta de que logres comprender lo que quiero decirte. Mis historias son palabras con sentido que forman una historia que en apariencia no lo tiene. Por ello, no debes irte hasta que llegue al final, pues de lo contrario estarías siendo un cobarde y un estúpido, que ha olvidado que en los finales es cuando las cosas comienzan a tener sentido, o cuando lo pierden completamente.

PERDIDODove le storie prendono vita. Scoprilo ora