En mi pasado
te encuentro con facilidad
porque es fácil recordarte.
Pero aquí, en esta habitación
y en este mundo, no te encuentro.
Y no voy a encontrarte
aunque digan lo contrario
los poemas que escribí
poco después de tu muerte.
Cuando todavía no habías muerto.
Cuando tu muerte todavía
me agarraba de la mano
al cruzar la calle.
Ahora, un año después,
me ha soltado la mano.
Y su tacto, suave, siempre vuelve
a mi memoria cuando abrazo
a mis padres.
Cuando quiero estar vivo.
Cuando paseo por la ciudad
y los coches circulan veloces.
Ahora, como tú,
esa muerte -la tuya-
está lejos en el tiempo.
Y en mi pasado la encuentro
cuando te estoy buscando
Al fin y al cabo, lo difícil es recordarte
sin recordar que has muerto
y que lloré tu muerte
y que me siento vacío
y que todavía lloro.
