Noctis suspiró. Tragándose el respeto que le daba la mujer, dio un paso al frente.

–Nos han dicho que por aquí esta Wiz. ¿Lo has visto?

Ella le miró entonces, aunque ignorándolo de cabo a rabo al fijarse lo que portaba Ignis entre los brazos. Frunció el ceño.

–¿Un huevo de chocobo? –Les miró un largo instante–. ¿Habéis estado cerca de la criatura? –Su tono ahora era algo diferente, incluso parecía haber... respeto.

Todos se miraron.

–¿Cómo lo sabes?

–Wiz me dijo que había estado liquidando a sus bebes. No me gustó nada, por eso quise quedarme a proteger a los míos.

–Entonces, ¿sabes dónde está Wiz?

La mujer asintió, centrada al fin. Se asomó por el mirador, señalando un poco más lejos, a uno de los almacenes, el que curiosamente siempre estaba abierto, el cual no era el caso en aquel momento.

–El propietario del nido del cuervo es amigo suyo y le prestó su almacén de comida. Por lo que sé, no se ha movido de allí desde que vino hace tres días, cuidando a los chocobos que le quedan.

Noct miró hacia allí, asintiendo. Estaba determinado a ir hasta allí. Se volteó, dispuesto a marcharse.

–Esperad.

El príncipe se giró, ignorándola pero Gladio e Ignis aún estaban pendientes de ella.

–¿Vais a enfrentaros a la bestia?

–Sí–. Fue la escueta respuesta del príncipe. No pensaba dejar a ese ser tranquilo hasta que tuviera a Prompto de vuelta.

–Suerte entonces. –Les dijo al fin mientras asentía, su semblante mucho más serio de lo usual.

Acto seguido se dirigieron a la par hacia el almacén que Sania les había indicado. Ignis, viendo su determinación, decidió cortarle antes de que hiciera alguna locura, poniéndose enfrente, parándole con una mano posada en el hombro, mientras le miraba con intensidad.

–Noct, espera.

El joven se giró a mirarle, tan pendiente había estado del camino, que no se había casi percatado de que le cortaban el paso. Estaba muy molesto.

–Qué.

Ignis aspiró suavemente, dándose ánimos para hablar.

–Debes tranquilizarte.

Noctis le miró un largo instante. Luego hizo un gesto airado, soltándose del toque con un aspaviento, y llegando hasta el lugar indicado sin mirar atrás y sin querer discutir. Le pareció escuchar un suspiro de Ignis a su espalada, pero decidió pasarlo por alto, como todo lo que no tuviera que ver con rescatar a Prompto.

–¡Nosotros también le queremos de vuelta! –Espetó Gladio a su espalda, pero el príncipe no le prestó atención–. Solo queremos que no ocurra nada malo, ¿lo entiendes?

No escuchó. Siguió caminando hasta llegar al almacén. La persiana no estaba del todo echada, así que se coló por el hueco, agachándose simplemente. Al asomarse, pudo ver a quien estaba buscando.

Wiz.

El hombre estaba de espaldas, hablando con uno de sus chocobos, acicalándolo un poco con sus manos, mientras ponía un poco más de verdura gysal en el cesto de la comida, completamente concentrado. En un primer instante no se percató de su presencia, pero fue el gruñido sonoro de Gladio cabreado a su espalda por el desplante el que le hizo dar un bote, asustado.

Lo más preciadoWhere stories live. Discover now