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¡Perdón! No me di cuenta de que no estaba terminado de subir XDDDDDDD

Puse antes la continuación que esto, que desastre.

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          Aun recordaba con cariño aquel día lejano, años atrás. Era uno de sus primeros contactos cuando eran unos críos, sin pretenderlo, no pudo evitar divagar pensando en aquellos tiempos mejores, sin preocupaciones más allá de aprobar en la escuela.

Luego pensó en su visita a las chocoberizas no hacía ni un mes. Recordaba a Prompto emocionado por estar con las criaturas, pletórico. Ahora todo aquello le parecía realmente lejano mientras tomaban el coche y se dirigían a la población más cercana. Ignis, tan precavido como siempre, había pedido el número David y, en su temple eterno, hacia escasos minutos que le había llamado para que le preguntara a Leon si podía contestar unas preguntas.

Necesitaban saber dónde estaba Wiz. No podían estar seguros de que el huevo estuviera en buen estado, y nadie mejor que él podía cuidarlo. Aparte de esa duda, quizá podría darles alguna información útil sobre la criatura.

Llegaron al área de descanso Cauthess, comprobando que allí la niebla era un elemento vago, solo perceptible en la distancia cuando intentabas ver el epicentro de Duscae.

Aparcaron y, al salir del coche oyeron algo que no terminaba der casar con el lugar. Les costó unos segundos ubicarlo: era el sonido del piar característico de los chocobos. Gladio e Ignis se miraron. Noct, por su parte, tuvo un estremecimiento.

El área de descanso estaba vacía, más de lo que era habitual: el nido del cuervo se encontraba cerrado, y aquello le daba un aspecto desprotegido y de abandono. No había un alma por la calle, y aquello les llamó poderosamente la atención. ¿Por qué no había nadie? Y más importante, ¿a quién preguntarían?

Sabían por David que Wiz estaba en aquella pequeña localidad y el khue de los chocobos lo delataba pero... luego de mirar unos minutos en los alrededores, se dieron cuenta de que no terminaban de localizarlo.

Estuvieron buscando el sonido durante un rato, hasta que este se entremezcló con otro: el croar de las ranas.

Se miraron un instante al caer en la cuenta de quién podría estar allí.

Sania.

Subieron al tejado de uno de los edificios, encontrándose a la mujer. Esta los saludó con su forma característica.

–¡Vosotros! Es raro ver gente por la calle estos días–. Su característico rostro hizo una pequeña mueca.

Mirándose un momento entre sí, Gladio e Ignis, se acercaron, saludando.

–¿Por qué dices eso?

La mujer miró a Gladio que era quien le había preguntado, alzándose las gafas.

–Por el terror de Duscae. ¿No habéis odio hablar de él?

Todos asintieron, al imaginarse a quien o que se refería.

–¿Qué haces aquí entonces? –Preguntó Ignis, con genuina curiosidad. –¿Tú no te escondes?

Ella lo desestimó con un movimiento de mano vago, quitándole importancia, como si fuera cualquier cosa.

–Ya se lo dije a todos. No creo que se acerque a una localidad, sinceramente. –Dijo con confianza en su teoría. – No podía dejar a mis ranas aquí. –Y acto seguido se puso a cuchichear con la que tenía encima de la mesa, como si le contara un asunto privado que ellos no merecían saber.

Lo más preciadoWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu