la soledad

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Diré para empezar que prefiero la guerra conmigo
mucho antes que aquellas que han de librar
los hombres que repudian estar solos.

La soledad es el rastro que deja el paso del tiempo,
llevándose consigo a las personas
y dejándonos desnudos ante la vida.

Pasé frío aquel día que el tiempo pasó,
se escurría entre mis manos frías y ásperas
como si de agua se tratase.

No sentía mis manos,
tampoco el tiempo,
pero sentía mi cuerpo abandonado.

Desnudo como estaba, busqué refugio
y lo hice en vano
pues el refugio era yo:

uno no puede resguardarse del frío dentro de su propio cuerpo
pero puede hacerlo en el interior de su mente.

Cada vez me vuelvo más solitario,
más reacio a sentir sobre mí miradas que no me pertenecen,
palabras que no tienen sitio en mis oídos pero sí en mi silencio.

En ocasiones hablo conmigo mismo y siento que hablo con mi propio cadáver,
así lo siento yo
y así debe ser siempre
pues los muertos son sabios
y poseen respuestas,
han vivido ya su vida
y conocen lo que se esconde tras la muerte.

Hay historias que ansío escuchar,
preguntas que deseo satisfacer
pero me he dicho a mí mismo que he de vivir
hasta llegar a ser un cadáver
y morir con el asombro en el rostro.

Entented, ahora que termino,
lo triste que es vivir en soledad
y lo asombroso que es vivir con ella y morir
con ella,

solo entonces este poema habrá servido para algo más que para mi desahogo









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