XV. Mi Serendipia.

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Solo somos dos almas en este vasto universo.
Dos manchas en la inmensidad del cielo.
Un par de años que toparon.
Y miradas que se encontraron.

No somos más que seres que nacen para morir,
Siendo este, el principio de nuestro fin.
Recorriendo el camino sin saber el porqué.
Con afán en cosas vanas.
En un acto desesperado por "vivir".

No me libro de la sed de mi carne,
Y en este camino me he topado contigo.
En esta vida, o la otra, hemos de estar unidos.
¿Quién lo sabrá?, Solo el destino.

¿Qué fuera de mi existencia sin un propósito?
Un paso fugaz por este mundo presuroso.
Hundido en la avaricia de los que desean más que otros,
Y los que anhelan ser dioses de muchos tontos.

En este mundo pagano,
Nuestras manos se encontraron.
La coincidencia de dos personas,
Entre millones de otras.

Y sentimos aquello, que era tan hablado.
Que ya no era maravilloso y puro,
Sino más común que un saludo.
Nos perdimos en este sentir, en un instante.
Sin percatarnos de las dificultades.

Y es que, llegué a pensar que eras un ángel, mandado para mí.
Que tal persona como tú, no podía existir.
Que mi mente me estaba haciendo una mala jugada,
Y eras producto de mi yo, desesperada.

Pero estabas ahí, justo frente a mí.
Mi nuevo pasatiempo fue admirarte.
Mi reflejo, en tus ojos ver; más que arte.
Como la suavidad de una rosa,
Así el rose de tus manos en mi piel.

Descubrí un mundo nuevo,
Un universo.
Y me perdí, en la sublime melodía de tu voz.
En tu sonrisa, medicina de mis desdichas.

Quería detener el tiempo,
Quería dejarlo pasar.
Quería que durara por la eternidad.
Y es que, un segundo a tu lado,
Despertaba en mí, ilusiones infinitas.
Y sueños absurdos,
Como un futuro juntos.

Me permití aceptarte.
Me permití amarte.
Nuestras manos encajaban a la perfección.
Y nuestros labios parecían estar hechos,
Para unirse en el más puro beso.

No había necesidad de palabras.
Pues con una mirada;
Hasta una canción te entonaba.

En la cima de nuestra vivaz juventud,
Que debimos salir e intentar volar.
Preferimos juntos disfrutar,
De nuestra soledad.

El silencio era tan cómodo.
En la acogedora habitación.
Con momentos apasionados,
Y calmados de a ratos.

Viví la ferviente pasión,
De dos personas que se unen,
En cuerpo y alma.
Como si nada más les faltara.

Me embriagaba con tus besos,
Me drogaba con tus caricias.
Tu olor me elevaba al cielo.
Y escuchar el latido de tu corazón,
Era mi perdición.

El recorrido de tus labios en mi cuerpo,
Formó un mapa creado por ti.
Fuiste maestro en mis detalles.
Y el único en haber contado cada uno de mis lunares.

El dueño de mis suspiros y lágrimas.
De mis sueños y deseos.
Me celebraste, así como me consolaste.
Y aunque traté de alejarte, tú te quedaste.

Pude conocerte,
En el universo de tus ser.
Y dejar que me exploraras,
Hasta mis más profundos miedos.

Tantos sentimientos nuevos,
Provocados por ti.
¿Será que amar tiene límites?
Porque yo no los sentí.

No hay mayor dicha,
Que ser correspondido.
Tuve la suerte de vivir en esta vida,
Que coincidió contigo.

Como un sueño, fugaz,
Fue nuestra historia.
Porque hasta el amor más puro y real.
Sufre derrota.

No porque dejó de ser recíproco.
Ni porque le desatendimos.
Sino porque llegó el día,
En que se apagó; la melodía de tu voz.

¿Por qué no fui yo?
Porque me negué a causarte dolor.

Ya no contemplaba tu risa.
Solo miraba como yacía,
Tu cuerpo frío,
Sobre una cama de metal.

Se me desgarró el alma.
Y sufrí, desesperada.
Y lloré, y renegué.
Y maldije, hasta más no poder.

Lo que tanto alimentamos,
Lo que tanto cuidamos,
Lo que tanto disfrutamos.
De la inmundicia de este mundo, se esfumó.

No merecían nuestro efímero amor.

Definitivamente fuiste un ángel.
Que vino a salvarme.

Estoy frente a ti,
Con un ramo de rosas.
Leyéndote esta carta.
Escrita en prosas.

Esperando que mis palabras;
Se las lleve el viento.
Junto con el dolor,
Que aún tengo en mi pecho.

Con recelo guardo tu recuerdo.
Y como dice la canción,
"Un corazón roto, es un corazón que ha sido amado".
Y mi corazón, aún guarda tu amor.

#Lau.

#Lau

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