La estudiante de intercambio

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La recuerdo perfectamente con sus jeans negros y su infaltable chaqueta de cuero. Pertenecía a un programa de intercambio, era estudiante en una universidad en Veracruz. Tuvo que viajar miles de kilómetros al sur de su hogar para poder terminar en la misma caótica ciudad en la que yo vivo, Lima.

Estudiábamos la misma carrera y compartíamos el aula dos veces por semana. Cuando la vi por primera vez supuse que era tímida, por la forma en cómo no dejaba de mirar el celular, mostraba desinterés en la clase y no entablaba contacto visual con nadie. Sentía algo especial en ella, como si centenares de palabras buscaran la forma de escapar de su boca. Tuvo que pasar cerca de un mes para que lograra acercarme, intenté mostrarme amable y apreté su fría y delgada mano.

Después de las clases, solía verla e incluso acompañarla hasta el edificio donde vivía. En un frío anochecer, recuerdo que me invitó a entrar. Compartía el departamento con otras 4 estudiantes mexicanas, a quienes pude conocer en ese momento, para que luego pasaran a retirarse del inmueble, pese a ser muy tarde. Éramos tan solo ella y yo, hablando toda la noche, con la misma confianza y franqueza que tienen 2 personas que se conocen de hace mucho.

Era una chica única, nunca me había visto tan curioso por la vida y las ideas de alguien. Me reveló que no era la primera vez que aprovechaba un programa de intercambio para respirar nuevos aires. Buscaba su libertad y distintas formas de escapar de la realidad. Estaba transformando su vida en una aventura y yo estaba ansioso por ser parte de ella. Cada vez que paseábamos, trataba de buscar algo en su corazón, algo que pudiera ser más que una pequeña atracción hacia mí, algo que no existía.

No era normal verla con las manos vacías. Compraba una cajetilla roja de cigarros Marlboro y una botella de cerveza, a diario. Me comentaba los problemas que tenía con sus padres, y lo mucho que los extrañaba a pesar de estos; además de ciertos detalles privados de su actual relación. Se refería hacia su pareja como una persona muy dañada, él necesitaba a alguien y se aferró a la única persona que tenía cerca. Según ella, era difícil amar, y más aún, fingir que lo haces.

Nada me resultaba nuevo, probablemente porque pocos días antes de su llegada, yo salía de una situación muy similar a la suya. Logré simpatizar tanto con ella, que quise creer que en las últimas 7 semanas que le restaban al ciclo universitario, encontraría algo bello y pasajero, algo que tal vez ayudaría a desaparecer el rastro de una relación que no había funcionado previamente.

Ella era más fuerte y valiente que yo, realmente no necesitaba mi ayuda, pero de todas formas, se la ofrecí. En cierta ocasión, me preguntó si realmente valía la pena extrañar a alguien y yo respondí que aquello solo se trataba de un acto engañoso.

Cualquiera creería que esta historia tendría un final feliz, pero decidí no arriesgarme y dejar mi ilusión a un lado. De igual manera, ella tenía una relación, mi moral no me permitía interferir. Así que permití que el tiempo nos distanciara. No recibí más besos húmedos en la mejilla, nos limitábamos al saludarnos.

En el transcurso de los días, pude notar que había hecho muchos amigos, lo cual no me sorprendió, ya que solo era cuestión de tiempo para que el resto notara cuán interesante era ella. Finalmente, supo qué decisión debía tomar y terminó con su relación de larga distancia. Sus roomies se encargaron de que ella mantuviera ocupados sus fines de semana, si saben a lo que me refiero. También limó las asperezas que tenía con sus padres y ellos la visitaron, demostraron con acciones lo que antes no pudieron decir con palabras. Y cuando todo aquello sucedió, no estuve con ella, no cumplí mi promesa. Empezó a mirarme como si no nos conociéramos.

Asimismo, se hizo amiga de alguien con quién estudiábamos un curso de la carrera, y solo tuvo que pasar un mes para verlos juntos de esquina a esquina, gastándose bromas, disfrutando el poco tiempo que le quedaba al ciclo para concluir. Sentí cómo la envidia me invadió.

La última vez que la vi, fue durante la semana de exámenes finales. No pude evitar mirarla, la sentía nerviosa apenas entregaron las hojas. Pasaron 30 minutos, se levantó de su asiento, entregó el examen y se retiró con lágrimas en las mejillas. Como era de esperarse, reprobó el curso. En ese momento debí haber hecho lo mismo, debí haber ido por ella. No podía dejarla ir, quería creer que ella me ayudaría a escapar de mi caótica realidad. En cambio, no me moví de mi asiento, estaba atónito por lo que había sucedido, igual que todos allí; de todas formas, cabe mencionar que también reprobé el curso.

Pocos días después, un amigo común entre ambos, me comentó que ella había mantenido un pequeño amorío con el joven del que les había mencionado anteriormente (y con otras personas más, de quiénes nunca hubiera sospechado). En resumen, ellos buscaban algo más estable, pero era muy evidente que ella ya no quería más ataduras.

¡Vaya chica! Vivió nuevas experiencias, conoció a muchas personas y por último, se dio un paseo por los mejores lugares de mi país. Es frustrante para mí, el no haber sido el compañero perfecto para su aventura, sin límites ni obligaciones. Al menos, logré ser una parte de aquella, así como ella de mi vida.

No tuve el valor de despedirme en persona, pero sí charlamos por mensajes de texto minutos antes de que su vuelo despegara. No la noté con rencor, ni mucho menos triste; al contrario, se mostró más fuerte que nunca, lista para seguir enfrentando a la vida. Ese fue el "desenlace" que ella eligió.

No entiendo el por qué expongo esta parte de mi vida, ni el por qué me sigue afectando después de años. Desearía no haberla visto nunca con esos grandes ojos café, nariz redonda, labios gruesos, cabello castaño, piel morena... Bueno, de lo único de lo que en verdad me arrepiento, es de no haber creado un final perfecto para mi historia, un final que permanecerá siempre abierto. Sin embargo, tanto yo como ustedes, sabemos perfectamente que nunca se trató de mí.

La Estudiante de IntercambioWhere stories live. Discover now