Junto a mis hermanos, ubicamos a nuestro padre y a lady Farell sentados y enseguida los acompañamos, nuestras sillas coincidentemente están al lado del asiento principal donde presumo que se sentará lord Hugh y en la que, sin duda, a su lado, que es enfrente de la mía, es la de lady Farell.

Después de que nos sentamos todos, lord Hugh entra por la puerta, sonriendo ampliamente con júbilo, lo que para mí equivale a unas cuantas bofetadas de lady Banks en la cara. Camina hacia su asiento, agarra una copa, un tenedor y con delicadeza empieza a tocarla, con las primeras dos entran los criados, cada uno con dos platos en las manos y las otras dos tocadas las hace para llamar la atención.

–Cómo todos saben, hoy es un día muy especial, tanto por la presentación oficial de mi esposa –me mira, aprieto la mandíbula– y por la llegada del querido por muchos, señor Devine.

Los presentes aplauden, por cortesía asiento en forma de agradecimiento.

–Es un honor para mí, ser tan recibido de tan grata manera lord Hugh –sonrío falsamente– y a los demás, está no es mi casa –se ríen– pero gracias por asistir.

Levanto una copa, lord Hugh lo hace también sin quitar la sonrisa de su rostro, a continuación, tomo un sorbo que me sabe más amargo de lo normal del vino.

–Además de ello, quiero anunciarles que tenemos diez habitaciones más disponibles en la mansión para aquellos que se quieran quedar a pasar una semana de entretenimiento, son todos bienvenidos y, cabe resaltar que la familia Devine, es y será nuestra invitada primordial apuntada a este fantástico evento.

–Le agradecemos profundamente su hospitalidad, milord –dice lady Farell.

–Sin más –le sonríe– comiencen a servir –dice a los criados.

Los criados ordenadamente obedecen y a cada uno, nos ponen el respectivo plato y nos sirven más vino. Terminan y se apresuran en salir.

Sigo preguntándome internamente por la falta de presencia de lady Banks en la mesa, trato de buscarla disimuladamente, pero no tengo éxito, mi mirada se deposita en la entrada.

–Está usted ansioso señor Devine –escucho a lord Hugh.

Amílcar, que está sentado a mi lado, me da un puntapié por debajo de la mesa, enseguida reacciono fulminándolo con la mirada.

–Claro que no, lord Hugh –redirecciono la mirada y sonrío– ¿por qué lo estaría?

En ese momento, pasan por la puerta lady Banks, con al parecer, ¿la señorita Collins? «Hace mucho tiempo no la veía» junto con dos criadas detrás de ella. Lady Banks tiene algunos cabellos fuera de su peinado recogido, lo que la hace lucir salvaje y sensual. Aparto mis ojos de ella, mirarla demasiado implicaría otra indiscreción de mi parte y no valdría la pena involucrarme en problemas por ella.

Ella llega a su asiento deprisa, ahora es imposible no mirarla, el sudor recorre su cuerpo y se reposa en sus pechos, que ahora suben y bajan por su agitada respiración, al parecer estuvo corriendo para llegar lo más antes posible. Su aroma impacta el salón, solo de su presencia basta para que todos los presentes queden en silencio.

–Lamento mucho la tardanza damas y caballeros –se refiere a todos– una dama ya no puede salir a refrescarse sin llegar tarde a la cena –sonríe.

Todos sonríen, al parecer Lady Banks no ha perdido el encanto de cautivar a cualquiera y esa sonrisa, que si fue sincera, le quita el aliento a quien la vea.

Recuerdo respirar, ya que dejé de hacerlo inconscientemente mientras que ella hablaba, no es propio de mí, comportarme de esta forma, pero es ella quien lo incentiva. Creía haberla sacado de mí y de mi piel, pero parece que cada vez se impregna más dentro de ella.

LO QUE NOS HICIERON CREER © [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora