(Antoine Devine).

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–Milady –murmuro.

–Milord –ella se inclina con una enorme sonrisa en su rostro.

–¿Le apetecería bailar conmigo esta pieza? –le tiendo la mano.

Ella asiente encantada, acepta mi mano y la encamino hasta la zona de baile. Los demás caballeros nos miran con recelo.

Aprieto su cuerpo contra el mío, ella suelta una pequeña risa, deposito mi mano en su espalda y comenzamos a bailar al son de la música. Le dirijo una falsa sonrisa con el propósito de que la entienda como coqueteo sutil.

–Me sorprende su invitación señor Devine –sonríe.

–¿Por qué le sorprende milady?

–No quisiera sonar entusiasta...

–Claro que no, tiene toda la libertad de decir lo que quiera mi señora.

–Me sorprende por el hecho de que entre todas las damas que hay en el salón, se fijó en mí para bailar.

«No puede ser cierto».

Su comentario me pone un poco incómodo, el hecho de que sea atractivo y libertino, hace que muchas damas pretendan casarse conmigo. Ahora, damas como esta –que creen que por tener el mínimo detalle de hablarles o hacerles invitaciones como estas, implica un gran interés en mí de estar con ellas– son las que termino descartando con rapidez. Aunque no necesariamente, si quiero una aventura o una amante.

–Es porque es, tal vez, la dama más linda que he visto en el salón milady –sonrío.

Mi comentario surte efecto, la dama se sonroja y su mirada empieza a demostrar coqueteo. Si sigo de esta manera, tal vez, pueda convencerla de tener una aventura conmigo, al fin y al cabo, para nadie es un secreto lo que me dediqué a hacer en Oxford.

Miro por encima de su hombro y me doy cuenta de que Amílcar pide la pieza para bailar con lady Banks. Lord Hugh que parece no estar del todo de acuerdo, cede y le pasa su mano, entonces ambos comienzan a bailar cerca de mí. Los miro atento.

–¿En serio le parezco linda milord? –murmura mi acompañante.

La risa de lady Banks cautiva mis oídos y me distraen de la dama que tengo enfrente, eso llama toda mi atención. ¿Qué podrían estar hablando mientras bailan que le cause tanta gracia?

–Milord –insiste.

–Ah –entro en razón– no se lo diría de no ser cierto mi señora –finjo una sonrisa.

Una vez más escucho la risa de lady Banks.

–Es usted encantador –le escucho decir.

Su comentario revive la ira en mi interior, verla así tan dichosa, riéndose en mi propia cara, es para mí, humillante. La canción se detiene y cuando reacciono, todos le están agradeciendo a su pareja por el baile.

–Es usted muy amable por aceptar mi invitación –miro a mi acompañante.

–Lo mismo digo milord... será que...

Sin tener tiempo si quiera de pensarlo, camino directamente hacia mi hermano y lady Banks. Pensar razonablemente es algo que ahora, no estoy haciendo.

–Es bueno verlos tan dichosos –murmuro dirigiendo una mirada gélida hacia lady Banks.

Ella me encara y traza en su rostro una pequeña sonrisa.

¿Qué pretenderá ahora? Hace menos de tres horas estaba llorando en el jardín y ahora se supone que está feliz de la vida. Cada vez me doy cuenta de que lady Banks no era nada que una vez conocí.

–¿Qué puedo decir? –dice ella– Amílcar es el mismo de hace cinco años, es simplemente encantador.

Ambos se miran y sonríen.

Una punzada de dolor pasa por mi estómago.

–Es una lástima no decir lo mismo de usted, señora Banks –digo.

Esperaba que su rostro mostrara signos de dolor ante mi comentario, pero el único que hizo una mueca de disgusto fue mi hermano, seguido por su mirada de reproche. Ella se limitó de nuevo a sonreír, lo que me desagrado más de lo que pensaba.

–Sus comentarios despectivos se los puede guardar para usted mismo señor Devine –habla calmadamente– ahora, si me permite...

Estaba a punto de salir de la conversación cuando lord Hugh se anticipó para reunirse con nosotros.

–Pero miren nada más –sonríe con una copa en la mano. Nos mira a ambos– querida ¿por qué no vas a bailar con el señor Devine? Sería totalmente descortés que dejarás a este especial anfitrión sin el placer de bailar contigo.

Todos los presentes miramos a lord Hugh con escándalo, no puede ser posible que ofrezca a su esposa de esa manera... Y conociendo toda nuestra historia.

–No es necesario milord –dice ella– el señor Devine...

–Estaba esperando por ello –interrumpo– será un honor bailar con su esposa lord Hugh, de hecho, iba a pedir su consentimiento –finjo.

–Adelante entonces...

–Adelante entonces

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