Temp 2. Parte 67: Mi corazón te habla

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Rostros de personas que no conocía pasaban frente al ataúd, murmuraban unas cuantas palabras y luego se acercaban a mí, acaso era muy difícil descifrar que no quería escuchar su: "lo siento mucho", y ahora me pregunto: ¿qué es lo que sientes?, nunca se tienen las palabras correctas para un momento así, por lo cual siempre he deducido que nuestro mejor amigo es el silencio que nos abraza hasta estar listos para soltarlo y explotar en palabras.

-¿Quieres acercarte?, en unos minutos lo ingresara a la cámara de cremación – el susurró de mamá resonó en mis pensamientos – es momento que te despidas, si quieres puedo acompañarte.

Simplemente negué para enseguida levantarme y caminar a paso lento, no quería verlo allí, pero tampoco quería abandonarlo en ese cajón, las imágenes de mi última pelea con el me cargaba, no podía creer que mi ex pareja resultara ser mi hermano y siendo honesta ahora amaba la idea de haberlo conocido en la etapa de hermanos, suena raro y enfermo, pero somos víctimas de una vida desconocida que nos cruzó para vernos como algo que no éramos, pero independientemente cual fuese la unión que nos ató el amor que sentí por él fue siempre honesto.

Mis pasos se volvían más inconstantes y sentía la mirada de todos, mamá estaba acompañada de la directora  y muchos estudiantes llenaban la sala, todos susurraban a medida que llegaba al centro donde se encontraba el motivo de mi dolor.

Observe por unos minutos el vidrio que me separaba de él, lo levante mientras mi corazón se comprimía y el aire empezaba a faltarme.

-No se ha ido – susurré alentándome – no tienes por qué despedirte, solo está dormido en un profundo sueño de paz, pero sigue despierto en tu corazón y recuerdos.

Mis ojos detallaron su rostro y su cuerpo revelaba a Liam, pero su alma deshabito su fortaleza dejándolo tan débil y abatido, acerque mi dedos a su mejilla y no pude soportarlo más al sentir la fría verdad subiendo por mis dedos y estancándose en mi corazón, la presión de mi pecho incremento hundiéndome en un incendio que quemaba.

-Perdóname – le dije tomando con mis manos su rostro – te mentí Liam, ese día en el hotel no te moriste para mí, no estoy decepcionada de ti, no sé por qué actuaste esa noche así, pero no me importa, yo te amo Liam, se que ya no me escuches auditivamente, pero confió en que estas conectado a mi corazón y escuchas mis latidos gritando que nunca vas a morir para mí, eres y serás parte de mí.

Sentí la presencia de mamá y luego sus brazos tomaron mi cintura para abrazarme, quería suplicarle que se fuera y gritarle a todos que dejaran de murmurar lastima, era Liam quien estaba allí, solo necesitaba unos minutos silenciando el mundo para poder escuchar su presencia.

-Es hora mi princesa – la voz quebrada de mamá provoco que un fuerte llanto escapara de mi garganta – empezaran a bajar el ataúd.

-Dame unos minutos – suplique con mi voz entrecortada – solo déjame por favor.

Las manos de mamá abandonaron mi cuerpo y en cuestión de segundos baje mi rostro hasta llegar a su frente y dejar un corto beso, el fuerte olor a cloroformo lleno mi olfato dándome un nuevo golpe a la realidad, se había ido y no tenía como decirle que no me abandonará.

Hay muchas formas de comunicarnos, pero la que yo uso desde pequeña es la única que me alimenta y llena de paz en mis momentos de dificultad, solo basta cerrar los ojos y atraer un recuerdo que te transporte al silencio y te llene la mente de colores provocados por la alegría.

Tinta del destino (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora