III. Stef.

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20 de enero de 2009

Y todo cuanto alguna vez creí conocer, borró de mi memoria. Las enredaderas me soltaron y yo, sin poder evitarlo, empecé a caer en picado, pegándome contra el suelo... pero yo seguía camino abajo. Y cada vez que entraba en playa, recordaba a May, en el dolor de su partida y en lo oscuro que parecía el cielo después de ella. Y cuando no, pensaba en Stef y en cómo sus palabras tropicales calmaban los maremotos que creaban en mi interior las húmedas palabras que el mar volvió recuerdos.

14 de febrero de 2009

Cuando por fin parecía que había amainado ese tsunami que arrasó, llegó mi tierra firme. Aquella chica de ojos tan marrones que, en cierta manera, hasta dejan de ser marrones. Aquella arboleda de pensamientos, enredaderas y altas aspiraciones. Una chica honesta y genial, templada y húmeda, pero acogedora. Era esa sonrisa que dejaba atrás los recuerdos. Y pasar de costa a selva. Era esa chica a la que no le importaba que te colgases de sus lianas, pero que si un árbol caía estaba preparada para afrontar daños. Así era Stef. Una buena chica que sabía lo que hacía y cómo quería hacerlo. Y no fue poca la suerte que tuve cuando una noche cálida en pleno verano, decidió que las hojas resguardarían a la pobre, empapada y desubicada chica de pelos libres y ojos negros. Y así, sin poder escapar de las enredaderas en las que había quedado enganchada, pasaron seis meses. Seis meses que comenzaron "bien", pero nadie supo nunca realmente por qué con un "It's like a drug you can't stop taking" -viva el humor negro- de por medio, todo un día simplemente dejó de ser.

Crónicas de un yo pasado, tú presente y nuestro futuro.Where stories live. Discover now