Estacioné la camioneta en el espacio frente a la cabaña. A simple vista parecía un lugar sencillo y cómodo, como para pasar un buen rato al lado de cercanos dispuestos a desconectarse un tiempo de la vida urbana.

—Se que no he dejado de atacarte con preguntas desde que me levanté, pero sabes que me emocionan las sorpresas y no es como que sea muy paciente. Mi gusto culposo es que me lleves a mis límites y..., ¿apagaste el auto? Ya no nos movemos. —dijo cambiando su dulce voz por una más emocionada.

Reí para besar su mejilla y salir del auto, rodeándolo hasta abrir la puerta donde el ansioso chico me esperaba. Lo tomé por la cintura y una de sus palmas para ayudarlo a salir. Tae no podía ver nada, por lo que se afianzó de mi brazo cuando nos hice avanzar unos cuantos pasos.

—Perdóname por hacerte esperar, mi cielo. —le recité en el oído.

Taehyung se estremeció bajo mi toque, pues recorrí su mejilla con mis dedos hasta llegar al nudo de la pañoleta tras su cabeza, deshaciéndolo con delicadeza.

No me perdí ni un solo detalle de su reacción cuando tuvo el control de su vista nuevamente. Su atención se perdió por instantes en la cabaña que sin duda parecía mucho más grande que en las fotos, pasando por el área verde frente a esta y el mantel tendido sobre el césped donde descansaba un telescopio ya armado y listo para usarse; se había colocado una pequeña secuencia de focos blancos alrededor del mantel para que se tuviera iluminación, y porqué no, darle un toque más bonito.

Agradecía poder contar con el apoyo de mi equipo para venir a montar la decoración que ahora presenciábamos, pues a mi me habría sido imposible al estar siempre junto a Taehyung. Eso si, mientras Tae aún dormía en la recámara, yo mismo me encargué de preparar los snacks que degustaríamos.

—No puedo creerlo. —soltó con voz frágil aún admirando nuestro panorama.

—Te hice una promesa.

—Jungkookie.

—No puedo bajarte las estrellas, pero si les puedo dar la dicha a ellas de mirarte.

Taehyung giró sobre sus talones con detenimiento, como si siguiese asimilando dónde nos encontrábamos. Me permitió tenerlo cara a cara nuevamente, sus ojos como el elixir mas puro fueron brindándome la conmoción que albergaban. Recorrió mis brazos desde mis palmas hasta mis hombros con sus dedos, apreciando la huella imaginaria que dejaban contra mi cuerpo, huella que siguió por mi cuello hasta depositar ambas palmas en mis mejillas. Juraría nunca haber presenciado una mirada tan etérea como la que me compartía Tae en estos instantes.

—Sigues cumpliendo mis sueños, Jeon Jungkook. —soltó antes de enrollar ambos brazos tras mi cuello en un abrazo. —No, tú eres mi mayor sueño.

—Bonito el saber que vivimos un sueño compartido. —dije perdiéndome en el aroma a vainilla de su cabello.

Tae se separó lo suficiente como para besar mis labios con la calma del mundo, palpándolos lo necesario para asegurarnos a ambos que estábamos despiertos y que verdaderamente estábamos viviendo el momento. Besó mi barbilla, mis mejillas y la punta de mi nariz, logrando transmitir esa sensación de paz y amor que nos volvía característicos.

—Muchas gracias. Todo está precioso, me siento en Canadá con el estilo de la cabaña. —confesó sonriente.

—Era de mis abuelos. Al parecer la ocupaban para vacacionar, porque ellos vivían al otro lado de la ciudad.

—Siento que puedo respirar incluso mejor. Las estrellas son tan claras que es obvio que donde nos encontramos hay menor contaminación.

—Es una zona privada. Hay más construcciones a unos cuantos metros, los mismos dueños se encargan del cuidado de las áreas verdes. —le expliqué mientras nos encaminaba a la manta. —Me enteré que es una organización propia de Busan, especializados en la preservación de ecosistemas; plantación de árboles y del coral en los mares. Pensé en ofrecernos como voluntarios en la organización. Podemos apoyar en lo económico y en lo altruista.

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