━━CHAPTER ONE

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CAPÍTULO 1 🔮 EL RESENTIMIENTO DE UNA HERMANA

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ISLA DE LOS PERDIDOS
Hogar de Efica.

Sus pies estaban subidos a la mesa, sus brazos cruzados y su mirada clavada en un punto fijo de aquel intento de cocina. Mientras recordaba una y otra vez el momento en que su hermana traicionó a la Isla, se mantenía atenta a lo que estaba sucediendo en la televisión.

Mal estaba en camino a convertirse en una dama, una dama real. Por lo poco que sabía, Ben Beast la haría parte de la corte durante el Baile Real.
Pero formar parte de la corte no era algo fácil, sobre todo teniendo en cuenta que Mal apenas si estaba comenzado a familiarizarse con Auradon.
Durante los seis meses en que Efica trató de superar el dolor que su propia hermana le causó al traicionarla y transformar a su madre en una lagartija, Mal tuvo varios cambios tanto físicos como sentimentales.

Ya no era la despiadada chica que Efica conoció alguna vez. Se convirtió en lo que juró destruir: una princesa.
Su cabello morado, el cual Efica adoraba, se hizo más largo y, como si fuera poco, lo tiñó de rubio platino, conservando el tono original en las puntas. Una pésima combinación según Efica.
Por lo que veía a través de la televisión, ya no quedaba mucho de lo que alguna vez fue su amada hermana gemela.

Un bufido de frustración escapó de los labios de la hija de Maléfica al ver a su hermana desayunando con Jazmín y Aladdin, comiendo fresas.
El ceño de la pelimorada se frunció.

—¿Fresas? —murmuró—¿¡FRESAS!? ¿¡MALDITAS FRESAS, MAL!? —bramó poniéndose de pie, apoyándose sobre la mesa. Soltó un gruñido y golpeó la mesa de madera negra.

Reina, Jafar y Cruella, que estaban en una mesa aparte jugando al Poker, se sobresaltaron al oír el golpe, girándose rápidamente en dirección a la adolescente.
Reina había dejado caer sus cartas de poker. Jafar ojeó las mismas en el suelo y sonrió.

—¡JA! Te gané —celebró el hombre.

La mujer de vestimenta azulada lo golpeó en el hombro—¿No ves que tenemos asuntos más importantes aquí? —musitó señalando a Efica con la cabeza.

Los ojos morados de la antes mencionada se mantenían fijos en la pantalla de aquella vieja televisión. Estaba segura de que sus oídos comenzarían a sangrar si seguía oyendo la irritante voz de la reportera, la bonita Blancanieves.

Los tres adultos se miraron entre sí, preguntándose cual de ellos se arriesgaría esta vez.
Reina y Jafar se pusieron de acuerdo y posaron sus ojos sobre Cruella, la cual los ignoró durante unos segundos buscando que sus amigos se cansen de verla.
Finalmente se rindió, evidenciando esto con una pequeña queja.

La mujer de cabello blanco/negro se puso de pie, dejando sus cartas sobre la mesa. Jafar estiró la mano para darlas vuelta, pero Reina le dio un manotazo.

De los tres, quizá la única que entendía "bien" a Efica, era Cruella.
Carlos y Efica fueron algo antes de que él se marchara de la Isla, y debido a esto la pelimorada pasó mucho tiempo en su casa, hablando con la madre del que fue su novio.

Sentada, con la cabeza escondida entre sus manos, Efica trataba de no pensar en todo lo que estaba pasando.
Deseaba con todas sus fuerzas que todo aquello fuese tan solo una pesadilla. Quería despertar y encontrarse con sus amigos, con su novio, con su madre, con su hermana.

Pero no.

Todo era real, demasiado para ser cierto. Los preciados momentos con su hermana habían llegado a su fin.
Mal ya había hecho su vida, aparentemente había dejado atrás a la Isla de los Perdidos, lo cual incluía a Efica.

De Vil se detuvo a casi un metro de donde Efica estaba sentada. Semanas atrás los ataques de furia de la adolescente empeoraron, llegando al punto de romper ciertas cosas, en su mayoría la mercadería de Jafar.
Cruella apretó los labios y, con mucha inseguridad, estiró su brazo para tocar el hombro de la chica con un dedo. Efica levantó la cabeza rápidamente haciendo que todo su cabello morado se revuelva.

Cruella soltó un chillido y giró sobre sí misma, casi haciéndose una bolita.
Efica la miró mal.

—¿Todo bien? —inquirió elevando la ceja derecha.

—Eso deberíamos preguntártelo a ti —Jafar se animó a hablar mientras él y Reina caminaban en su dirección.

La susodicha ayudó a Cruella a ponerse de pie.
Efica se tomó unos segundos para procesar las palabras del padre de Jay.
Ay, Jay. Le costaba aceptar que lo extrañaba, algo que jamás pensó llegar a hacer.
Una pequeña punzada en su pecho la hizo mirar hacia abajo.

—Estoy bien —dijo finalmente, con una sonrisa cerrada.

Los adultos negaron la cabeza. Reina tomó la silla más cercana, la ubicó en la mesa quedando frente a Efica y se sentó en ella.

—Efica, pequeña rata desalmada, sabes que puedes hablar con nosotros.

—Ya les dije que estoy bien —dijo entre dientes.

—De cierta manera somos tu familia, Efica. Puedes contarnos lo que sea —insistió Jafar.

Los ojos de Efica pasaron de ser morados a destellar tonos verdosos.
Se puso de pie de manera casi violenta, haciendo que los dos adultos de pie retrocedan. Cruella solo negó con la cabeza.

—¡MI ÚNICA FAMILIA ESTÁ EN ESE BASURERO! —señaló la televisión en el momento justo en que la cámara enfocaba a Mal, la cual estaba degustando un segundo plato de frutillas con crema.

La respiración de Efica se normalizó al mismo tiempo que sus ojos volvían a su tono normal.
Lentamente comenzó a caminar hacia el mueble sobre el cual se hallaba la televisión.
Reina y Jafar se hicieron a un costado cuando la irascible muchacha pasó junto a ellos, sin mirarlos, como hipnotizada por la pantalla.

Una vez que estuvo frente al mueble, se agachó a la altura de la tele, observando a su ahora rubia hermana "gemela".
Su mandíbula se tensó sin ella percatarse de esto. Una sonrisa temblorosa llena de ira bailó en sus labios.

—Mal y yo somos manzanas podridas del mismo árbol. La conozco más que cualquiera, y tengo casi por hecho que no soportará su nueva vida en Auradon. Cuando se dé cuenta de lo que conlleva ser una dama, abandonará ese tonto cuento de hadas que llama vida y regresará a la Isla. Y cuando eso suceda yo estaré aquí, esperándola.

La sonrisa antes llena de ira ahora solo transmitía una parte de la desquiciada esencia de la única hija de Maléfica que se mantuvo fiel a sus orígenes.
La pelimorada se puso de pie, se dio la vuelta en dirección a los padres de sus amigos con una sonrisa más calmada.

—Voy a salir —les informó, caminando hacia la salida del hogar.

—¿Adónde vas? —Reina se animó a preguntar.

Efica se detuvo y miró a los tres por sobre su hombro—A visitar a una vieja amiga.

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author's note: Primer capítulo y empezamos mal ahre. ¿Qué les pareció?

Oh Sister ⋆ DescendantsWhere stories live. Discover now