ᴘʀᴏᴍᴇsᴀ 2: ɴᴀᴅᴀ ᴇs ᴘᴀʀᴀ sɪᴇᴍᴘʀᴇ [ʀᴀᴍᴇʟʟᴀ]

Capítulo 20: casualidad (parte 3)

Diez minutos después, la plaza se había llenado de gente gritando histérica: casi ocurre una tragedia.

Flashback...

Federico y Thomás estaban jugando a la pelota, cuando el clon barato de Bedoya Agüero patea muy fuerte, provocando que el balón salga de la plaza.

El niño corre hacia la calle a recoger la pelota con tranquilidad ya que no se veía ningún auto cerca cuando de repente...

Bocinazos.

Una frenada milagrosa.

Y el corazón de Federico Ordóñez latiendo con muchísima fuerza.

¿Cómo era posible que un auto haya estado por atropellarlo cuando dos segundos antes no había ninguno a la vista?

Esto escapaba a la lógica de cualquier ser humano, pero esto iba más allá de nuestra raza. Alguien, algo... había echo aparecer un automóvil rodando camino a Federico Ordóñez.

¿Sería mucha casualidad que Thomás se encuentre a metros de la escena?

Fin del flashback.

Federico no entendía nada, él era un niño pequeño pero muy atento. Su madre, con lo sobreprotectora que es, se había encargado de enseñarle muy bien a su hijo que cosas debía hacer y qué cosas no: esto no era posible.

•••
En casa de Mar...

M - ¡Hijo! - la petisa estaba a punto de llorar.

F - Mamá, te dije mil veces que estoy bien.

M - ¡Me vas a matar de un infarto! ¿Cómo vas a cruzar así?

F - Te dije que no había ningún auto cuando crucé... - dice con calma.

M - Andá a armar el bolso que ya viene tu papá a buscarte. - lo besa. El niño corre a su cuarto y Mar queda a solas con Thomás.

T - Perdón, mi amor...

M - No, no es tu culpa, él es mandado como yo... - sonríe tristemente.

Se escuchan bocinazos provenientes de la entrada de la casa.

M - ¡Fede, llegó tu papá!

Cinco minutos después, Ordóñez Junior había relatado todos los hechos con lujo de detalles a su padre, quien lo regañó cómo normalmente haría pero quedándose con un sabor amargo en la boca: sabía perfectamente cómo era su hijo y que nunca cruzaría así la calle a menos que, en efecto, esté tan vacía como dijo.

Pero... ¿quien querría hacerle daño al niño?

Allí fue cuando un gran escalofrío recorrió su espalda.

¿Qué tenía que ver Laureano con todo esto?