|CAPÍTULO 34|

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Los besos de Brad siguen siendo suyos, siguen siendo sus labios, su dulzura y su temple al acariciarme la mejilla, la seguridad que me transmite, su boca tiene el mismo toque amoroso que tenía en el primer beso que compartimos y son los mismos ojos los que me observan con el mismo brillo adorable en ellos... pero de mi parte nada es lo mismo.

Ya no me sabe igual, ya no lo siento igual, esa semilla de ilusión que siempre se ha alimentado con sus atenciones simplemente ya no está y darme cuenta de ese vacío me corta el alma porque sé que él la sigue teniendo.

Cuando abro los ojos pongo distancia entre nosotros, poniendo mi palma en su pecho y sintiendo una mezcla de tristeza y vergüenza. Ladeo la vista y me encuentro con la de Brenda que desde su lugar, y sin estar bailando pues solo se dedica a mirarnos, me manda odio con sus ojos. Tiene un brillo que parece decirme con letras fosforescentes que no me dejará en paz, que me sigue odiando y que no le gusta que Brad esté conmigo... entonces caigo en cuenta de que el malestar es ella. Es Brenda quien me ha quitado esa ilusión del pecho al dejarme claro que mientras me siga metiendo en partes importantes de su historia, no dejará ser feliz la mía.

Brenda sumada a todas mis dudas han hecho que deje de ver a Brad como lo hacía.

—Lo siento —murmuro, luego de una pausa larga. Al observar a Brad tiene una expresión seria en su rostro, una de esas que muestran que están a un par de palabras de romperse—. Te quiero tanto, Brad... pero no creo poder con esto.

—¿Con qué?

—Con un nosotros. Yo entiendo plenamente que cualquier cosa ocurrida contigo y tu hermanastro y Brenda es cosa de antes de que yo llegara... —El nudo en mi garganta me hace callar un par de segundos antes de continuar—, pero sus repercusiones siguen al día de hoy y no creo poder unirme al nudo que ustedes tienen.

—Nosotros no tenemos ningún nudo. Yo te quiero a ti.

—No dudo de tus palabras, Brad... pero Brenda me ha dejado claro que no me dejará ser feliz ni contigo ni con Ethan si se diera el caso.

—Pero el problema es ella —objeta.

Con un mucho de culpa y dolor en mi voz, le respondo:

—Y yo. El problema también soy yo.

Brad parece entender el rumbo de mis palabras e inspira hondo, tal vez buscando qué decir, tal vez buscando su voz. Pone una de sus manos en su cintura con un gesto de que al parecer le falta el aire.

—¿Tú... ? —Cambia su tono de pregunta y pasa a una afirmación—: Tú no quieres estar conmigo y no es solo por Brenda.

Agacho la mirada, que de repente se ha puesto nublada.

—Creo que de habernos conocido en otros términos todo habría sido diferente. Pero nos tocó de este modo, un poco confuso y con un sube y baja constante. Te quiero demasiado —repito—, pero creo que lo máximo que te puedo ofrecer desde el fondo de mi corazón es una amistad...

Una pausa larga nos envuelve e incluso todo el público del partido ha guardado silencio.

—¿Hay manera alguna de que eso cambie?

Mi respuesta sale en un susurro roto.

—No... Perdóname.

Brad desvía la mirada y la detiene en un punto a mis espaldas, luego de que ya lleva varios segundos así, miro igual hacia allí y es Brenda la que tiene su atención, sin embargo, los ojos de Brad no muestran ni pizca de cariño. Sin dejar de mirarla, habla:

—Solo para que lo sepas, entre tú y Brenda, siempre vas a ser tú a la que yo elija... para lo que sea. —Vuelve sus ojos a los míos—. Y elegirte incluye entender lo que puedes o no sentir por mí, así que no hay nada que perdonar.

—Dime por favor que tengo tu amistad. —Mi tono sale casi suplicante.

Brad sonríe de lado, con sus cejas caídas y sube su mano hasta mi mejilla una vez más. Asiente al tiempo que se acerca y me besa la frente.

—Siempre, Emily.

—Te quiero muchísimo.

—Yo a ti.

Mantiene su mano en mi rostro por otros pocos segundos y se separa justo en el momento en que el público estalla en vítores, ahogando el gemido lastimero que se ha alojado en mi garganta al verlo alejarse.

Winston ha ganado el partido.

Respiro hondo y alejo definitivamente todo rastro de llanto de mis ojos. Sé que entre Brad y yo la amistad no será exactamente igual a como era antes, pero creo conocerlo y sé que fue honesto al decirme que no dejará de ser mi amigo.

Es lo que mi corazón me dijo que hiciera, pero eso no excluye el par de partecitas que se caen cuando se quiebra, y sí, me duele, me duele muchísimo, mi dolor es una suma del mío propio y el suyo por mi causa... pero me siento aliviada, liviana y en paz con él. 

 

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