|CAPÍTULO 23|

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Brad va ingresando solo a Sesentas 60's! y con su mirada barre todo el local

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Brad va ingresando solo a Sesentas 60's! y con su mirada barre todo el local. Con la firme idea de no esconderme como una cobarde, sigo mi camino hacia la mesa de la parte posterior para entregar la malteada que me han pedido.

Cuando me ve, camina en mi dirección pero lo esquivo sobre mis patines y sigo de largo.

—Su malteada. —El hombre que está con su novia, me sonríe—. Que la disfruten.

Rodando de vuelta, soy interceptada de nuevo por Brad.

—Emily.

—Bienvenido a Sesentas 60's!, ¿en qué puedo ayudarle?

—Quiero hablar contigo...

—Puede tomar asiento en una de las mesas y ojear el menú. Volveré cuando esté listo para ordenar. —Me safo de su cercanía, pero gracias a su facilidad de moverse al no tener patines, se planta enfrente de nuevo—. Debe tomar una mesa y ordenar, de lo contrario, tendré que pedirle que se retire ya que tengo mucho qué hacer.

—Quiero hablarte, Ems...

—Eso no está en el menú.

—Emily, ¿todo bien allí? —Ariana, mi jefam me observa y luego mira con desconfianza a Brad que me tiene agarrada por la muñeca—. ¿Necesitas ayuda?

—No. Él ya se iba a sentar y a ordenar algo.

Ante la mirada desconfiada de Ariana, Brad toma la mesa más cercana.

—¿Qué te traigo?

—Emily, por favor...

—Una malteada, ¿de qué sabor?

—No quiero una malt...

—Entonces que tengas buena tarde.

Ruedo camino a la cocina sin mirar atrás y al poder refugiarme tras la puerta, respiro hondo, sintiendo el corazón a punto de salirse el pecho. Una mezcla de tristeza y rabia se me mezclan en el estómago, haciendo que me debata entre seguir con mi indiferencia o escuchar lo que tiene que decir... pero gana la primera opción. Ya me fastidia que la gente quiera justificarme sus actos en lugar de no cometerlos.

Ariana entra en la cocina también, con un gesto no tan amigable que digamos.

—¿Todo bien, Emily?

—Sí, ¿por?

—El chico ese me inquieta. Eres buena empleada, pero no quiero que traigas problemas personales a la cafetería.

—Mil disculpas, en serio. Si por mi fuera, él no estaría acá.

—Bueno, pues le dices que se vaya o le sirves algo. Solo está sentado allí sin decir no hacer nada. No me gusta.

—Yo me encargo.

Sintiendo la vergüenza en la espalda, ruedo hacia Brad de nuevo. Pongo mi palma derecha en la superficie de la mesa, inclinándome un poco y lo miro a los ojos.

Un Cliché desComunal •TERMINADA•Where stories live. Discover now