|CAPÍTULO 11|

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Lo más gracioso que una persona puede hacer es buscar una venganza rápida teniendo aún la cabeza caliente y sentirse como la mismísima Sharpay Evans, como si todos realmente estuvieran pendientes de los actos que cometes y en el interior te alabar...

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Lo más gracioso que una persona puede hacer es buscar una venganza rápida teniendo aún la cabeza caliente y sentirse como la mismísima Sharpay Evans, como si todos realmente estuvieran pendientes de los actos que cometes y en el interior te alabaran y/o temieran.

Sí, no es gracioso en su momento. Ahora, un par de horas después me puedo reír, aunque es un poco más para mermar la vergüenza monumental que siento y que trato de dejar para considerarla en la noche, cuando ya no escuche sino a mi propia conciencia regañandome.

Luego de que volví a la clase de artes sentía cada músculo de mi cuerpo en alerta, unos por rencor, otros por tristeza, otros por ingenuos, pero alterados completamente y no podía quitar de mi mente la imagen del perro ese coqueteándole a mi casi prima en su primer día. O sea, se suponía que teníamos una relación o semi relación o un semi algo y entonces viene él y se olvida de todo para pelarle el diente a la primera que se le cruza y que de paso es mi prima.

Acá viene mi momento vengativo/gracioso/vergonzoso, ya verán —leerán—. Salí al pasillo luego de que el timbre sonó y arribé a mi casillero echando humo por las orejas y escupiendo los cadáveres de las maripositas que Ethan me mató con sus acciones.

Ashley llegó sonriente pero al verme se le fue el entusiasmo.

—¿Se te metió la tanga muy adentro?

Solté una carcajada olvidándome por un momento de Ethan. Ashley rió conmigo.

—¿Qué?

—No me gusta esa cara que tenías, así que la cambié —aclaró con obviedad—. La maga, me dicen. Ya, ¿qué pasó? ¿no pudiste dibujar el estúpido frutero que Grimmer nos pone a dibujar a todos?

—No, es el estúpido de... —Las palabras se me quedaron a la mitad cuando recordé que Ashley no sabía de Ethan y de mí. Ash inclinó su mentón, pidiendo que continuara. Balbuceé por medio segundo antes de arreglarlo—... del baile.

—¿Aún no quieres inscribirte?

En ese momento vi a Ashley como un ángel guardián que me daba la idea perfecta para mi perfecta venganza para con Ethan.

—Al contrario, creo que soy estúpida por no haberme inscrito. Vamos ahora.

Al parecer fui lo suficientemente contundente con mi desinteresada propuesta pues Ashley solo se encogió de hombros y sacó de su mochila un pedazo de papel que arrancó de un cuaderno. Agarré mi bolígrafo azul y lo apoyé sobre un libro.

—Solo debes poner tu nombre y si quieres invitar o ser invitada.

—Ser invitada —dije en voz alta y luego lo anoté junto a mi nombre—. Listo. ¿Cuál es el casillero de Samantha?

—Vamos, es allí no más, no es lejos.

La seguí y giró dos veces en las esquinas para luego llegar a una puerta metálica, que de no ser por su tono negro matte, sería igual a los demás. El resto son grises y sosos.

Un Cliché desComunal •TERMINADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora