—Vengo de vez en cuando, sobre todo cuando quiero apartarme del mundo y pensar.

Las diferencias entre nosotros me golpean como un tren. Viene a este hermoso lugar cuando quiere escapar, también iba al lago, sitios hermosos, llenos de luz y color, repletos de vida. Cuando yo quiero escapar voy al cementerio o me escondo en un bar maloliente hasta emborracharme y conseguir un polvo con cualquier persona. Vida y muerte, Eros y Thanatos, las diferencias son irrisorias.

De pronto, siento que debo marcharme y alejarme de él lo más rápido posible, no es justo lo que estoy haciendo, no quiero arrastrarlo al otro lado, al lugar donde las nubes son tan espesas que no entran los rayos de luz.

Tal vez se da cuenta, su cabeza desciende, me roba un beso húmedo que hace flaquear mis decisiones. Sus dedos se mueven en mi abdomen, toca por encima de la ropa, este vestido es demasiado delgado, así que siento que se incendia mi piel. El suspiro tembloroso que se me escapa le roba una sonrisa. Se echa hacia atrás y cepilla su cabello.

Desvío la vista hacia las alturas, necesitando con urgencia aislarme.

—Este cielo es muy bonito —susurro y me quedo absorta mirándolo, podría pasar horas con la vista fija en algo que muy pocas veces he visto, yo solo conozco los cielos nublados.

Me quedo un buen rato así, hasta que un sonido me saca de la ensoñación y me hace girar la cabeza, Row tiene el celular muy cerca de mi rostro. Le sonríe a la pantalla antes de mostrármela. Soy yo mirando a la nada, una rendija de luz ilumina parte de mi cara, mi cabello y mis pecas resaltan.

—Eres como una galleta con chispas de chocolate.

Me invade una carcajada, él toma otra foto. Se levanta y me ofrece su mano, entrecruza sus dedos con los míos y me da un jaloncito para ayudarme a ponerme de pie.

—Ven acá.

Me pide que me acerque a las flores, me conduce con su mano en mi espalda baja hasta que llegamos a la orilla. Acomodo el vestido antes de tenderme en el césped, solo porque no sé qué otra cosa hacer. No puedo evitar sentirme un poco incómoda al principio, pero sus miradas traviesas y sonrisitas logran relajarme, es como si dijera: «eh, tranquila, que soy yo», y no sé si la familiaridad que siento debería asustarme porque se siente como si lo conociera desde siempre, como si compartiéramos algo que no puedo entender. Al mirarlo a los ojos se siente como si no hubiera secretos entre los dos, y me hace confiar.

Toma unas cuantas fotografías, yo cierro los ojos de vez en cuando porque el sol me pega en la cara. Se mueve por todas partes y yo me quedo ahí, obedeciendo cuando hace una solicitud.

—No te muevas —pide. Toma varias fotografías. Cuando abro los párpados alcanzo a ver los aleteos de una mariposa que se marcha—. Estaba en tu cabello.

La sonrisa que esboza llega hasta sus ojos. Se ve joven, feliz y despreocupado, su expresión hasta tiene un tinte infantil que enternece mis sentidos.

Acto seguido, Row se deja caer a mi lado, se acuesta de costado y me oculta del sol, aunque las nubes se han acumulado sobre nosotros. Sus piernas se enredan con las mías, agarra mi muslo y lo pone alrededor de su cadera. Termino más cerca de lo que estaba, con su mano colándose en el interior de mi vestido, aprieta mi muslo, pero no va más allá.

—¿Haces mucho ejercicio? —cuestiona.

—Antes sí, practicaba diferentes disciplinas, ahora voy al gimnasio o a correr cuando tengo tiempo.

Me aprieta, luego acaricia mi piel hacia abajo, por toda la pantorrilla hasta llegar a mi tobillo. Me asusta que mi cuerpo reaccione a ese toque tan inofensivo. Sin embargo, se siente tan bien estar entre sus brazos que no me muevo, me quedo quieta, disfrutando de cómo sus dedos palpan los músculos de mi pierna.

Maldición Willburn © ✔️ (M #1)حيث تعيش القصص. اكتشف الآن