Capítulo 1. "Espejos"

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Me reflejo en un charco de agua mientras camino por el parque, me veo y me quedo en esa posición un momento, no soy el mismo de antes, ni físicamente ni mentalmente.

Antes era un chico delgado, de cabello rubio claro, ojo grises, un chico que en ocasiones era positivo, y en otras, demasiado negativo.

Ahora tengo el cabello castaño, corto como un militar, tengo tatuajes en el brazo derecho y la espalda, tengo unas muy marcadas ojeras, en la espalda tengo tatuada una frase que siempre me ha gustado,  "All People Keep A Secret" , en el antebrazo tengo tatuado un cráneo lleno de sangre, serpientes y una gran rosa, después de que todo acabó, quise cambiar, quería demostrarle al mundo que mi hermano y yo no somos iguales, al menos no físicamente, por ese motivo, comencé a ir al gimnasio y pasé de ser un chico delgado a alguien marcado, con cuerpo atlético. Tal vez podía engañar a los demás, pero no a mí mismo, no soy físicamente igual a Carlos pero últimamente soy mentalmente igual que él.

Le grito a todos, hago cosas sin pensar, estoy lleno de coraje, de furia, al igual que lo estaba Carlos cuando era un asesino. En casa no les importa a mis padres, se dedican a trabajar y cuando están en casa, se la pasan encerrados en su habitación lamentando la situación de Carlos.

Mis padres nunca van a verlo y yo hace meses que tampoco lo hago. ¡Es egoísta! Aún encerrado en ese manicomio hace lo que sea para joderme la maldita vida.

Sigo caminando por el parque, mientras veo a los niños jugar con sus amigos y hermanos.

Sonrío al verlos, me alegro por ellos, aún no crecen y se dan cuenta de que la vida no significa nada, solo sufres constantemente.

A lo lejos veo a alguien escondido entre los árboles, lleva su pantalón gris y su camiseta café. Su cabello rubio claro es lo que hace que me de cuenta de que es Carlos.

Comienzo a correr hacía él, ¿Qué hace aquí? ¿Se escapó del manicomio?

-¡Alejandro! ¡Necesito tu ayuda! - Su voz grita, pero ese grito lo escucho como si él estuviera a mi lado.

Llego a los árboles donde lo vi hace un momento, pero no se encuentra nadie.

-¿Carlos? - pregunto frunciendo ligeramente el ceño, pero nadie contesta.

-Te necesito. - me susurra pero no lo veo por ningún lado.

Sacudo la cabeza y comienzo a caminar de nuevo, tanto pensar en él me está volviendo loco.

-¡Hey! ¡Hermano! - escucho la voz de Sebastian a lo lejos , rodeo los ojos. ¿Ahora qué demonios quieren? Me volteo y lo veo trotando hacía mi. Cuando topamos, los dos comenzamos a caminar sin ningún rumbo.

-Estábamos preocupados por ti, Ale. - me dice Sebastian mientras posa su mano en mi hombro.

-No se preocupen, estoy bien. - le contesto en un tono de voz cortante mientras camino, moviendo mi hombro para que quite su mano.

-¿En serio? - me pregunta, dudoso.

-¡Maldita sea! ¡Estoy bien! - le grito algo enfadado. Nos quedamos de pie, lo miro a los ojos y él asiente.

-Amm... Bien... Le voy a avisar a Juan. - dice tratando de sonreír y comienza a alejarse de mi, con su móvil a la mano.

Odio gritarle a Sebastian, es mi mejor amigo, mi hermano y él no me ha hecho nada malo pero últimamente me desespera estar con ellos, son tan felices, tienen una familia perfecta, no es envidia, pero... Me hace sentir mal.

Sebastian tiene a su madre, que lo ama como a nadie. Y también Juan, que tiene una hermana menor que es la niña más linda del mundo. Ambos no tienen padre pero son tan felices con sus madres.

Yo siempre he estado solo, y como veo las cosas, siempre voy a estar así.

Volteo a ver a Sebastian que está hablando por su móvil, y aprovecho para comenzar a correr, necesito despejar mi mente de todos esos pensamientos.

Corro sin mirar atrás, corro lo más rápido que he corrido en mi vida, y en cuestión de segundos estoy en el suelo, mirando hacía el cielo azul, hasta que todo a mi alrededor se torna oscuro.

Estoy en una habitación llena de espejos, el suelo está repleto de sangre, no tiene salida.

Me reflejo en los espejos, veo que no soy yo, yo aún tengo mis tatuajes y mi cabello castaño.

Camino hasta acercarme a uno y veo que es Carlos el que está reflejado en el espejo.

Lleva la misma vestimenta que yo.

-¿Carlos? ¿Eres tú? - le pregunto y veo sus ojos, están completamente rojos y le lloran sangre.

-Todo es tu culpa, voy a morir por tu culpa. Eres peor que yo, Alejandro. Mucho peor. - dice, pero no es su voz, es una voz gruesa y tenebrosa. Miro a todos los espejos del lugar y allí está Carlos, se comienza a reír.

-¡Calla! - le grito mientras me pongo las manos en las orejas.

Carlos sigue llorando sangre, pero a la vez está soltando carcajadas.

-¡CALLA! - grito más fuerte y los espejos se comienzan a romper, uno por uno. Cuando los vidrios caen al suelo, se convierten en serpientes.

-¡Ayuda! - grito, pero nadie viene.

Despierto con la respiración acelerada en un consultorio. Conozco este lugar, la madre de Sebastian es doctora.

Estoy solo, así que me levanto de la cama, camino hacía el baño que está a un lado, me veo en el espejo con un poco de miedo.

Veo que soy yo y suspiro. Tengo una cortada cerca de la ceja. Raspones en los brazos y en las piernas. Tal vez tropecé con algo, pero no recuerdo con que cosa, estaba sumergido en mis pensamientos.

Salgo del baño y me encuentro con la madre de Sebastian. Me sonríe al verme y yo camino hasta la cama.

-¿Estás mejor? - me pregunta con una voz suave. Siempre me gustó su manera de hablar. Yo asiento y veo que saca una bandita y se acerca a mi.

-Sebastian te está esperando en la sala de espera para llevarte a casa, dijo que tropezaste al estar corriendo. - dice mientras me pone la bandita en la cortada arriba de la ceja izquierda.

-Muchas gracias, señora. - le digo mientras esbozo una sonrisa de agradecimiento.

-Sabes que eres como mi segundo hijo. - me dice y yo sonrío.

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En camino a mi casa, Sebastian no habla así que yo tampoco. Él no le contó a su madre como le grité en el parque. Miro por la ventana todo el camino por la ciudad.

Aún sigo un poco confundido por el sueño que tuve. Carlos tiene razón, yo tengo la culpa de todo.

¿Pero qué puedo hacer para sacarlo de allí? ¡No puedo hacer eso!

Puedo demostrar que es inocente pero lo que tengo en mente es demasiado peligroso.

Hago una mueca. ¿Qué puedo perder?

Mis padres no están conmigo.

Yo estoy alejando a mis únicos amigos.

Sebastian se detiene en una esquina, es ahora o nunca.

-Sebastian... ¿Puedes dejarme en el local de café? - le pregunto y él frunze el ceño.

-¿Para qué? - me pregunta.

-Tengo que verme con un amigo. - le contesto y me muerdo el labio, nunca le miento a mis mejores amigos.

Saco mi móvil y comienzo a escribir el mensaje de texto.

"Necesito tu ayuda. ¿Nos podemos ver en el local de café de la ciudad? Cerca del centro comercial."

Busco en mis contactos el número de Diego, el hermano de Kimberly, soy su amigo, ya que siempre hablaba con él cuando visitaba a Carlos.

Tengo que infiltrarme en el manicomio.



El Secreto Del Manicomio. (Secretos #2)Where stories live. Discover now